The final chapter.

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Narrador Omnisciente.

Finalmente había llegado el día, después de mover algunos hilos, de contactarse con muchas personas, de pagar unas grandes cantidades de dinero, por fin... Jhon ya tenía los boletos e información que Tom le estaba pidiendo.

Después de las duras palabras que el de trenzas le había lanzado a la menor, no se volvieron a cruzar, Lydia se encerró en su habitación, lastimandose, físicamente y psicológica, la cama y las esquinas de su habitación eran un refugio para ella, el dolor en su corazón, el ardor en su garganta, todo aquello, todo el sentimiento reemplaba el dolor de las heridas superficiales.

Tom solamente la visitaba por las noches, cuando está claramente dormía, se quedaba por horas, observando el rostro de la pelinegra, observando las sábanas manchadas de sangre por los cortes, ahora nuevamente en sus brazos, no iba a mentir, la culpa le llegó con rapidez, y por primera vez, lo aceptaba, le dolía, le dolía como la herida más profunda que alguna vez le hicieron, pero está era peor por el simple hecho de que estaba enamorado... Locamente enamorado, y porque amaba a la chica, por eso mismo en lo único que podía pensar era en su bien.

Flavio estaba muerto, Tom se encargo de hacerlo sufrir y gritar hasta que su garganta se desgarrara, literalmente, de su boca comenzo a salir sangre, reventando sus cuerdas vocales, le había cortado su intimidad, aún estando vivo, lo había despellejado vivo, le había sacado los dientes, uno por uno, para debes matarlo con aquella arma rusa, un regalo del Kaulitz menor.

Tom se encontraba observando al hombre frente a el, serio, ni siquiera le entusiasmaba matarlo, no cuando cierta pelinegra se encontraba reinando sus pensamientos.

Erick, uno de los tantos protagonistas en el sufrimiento de la menor, aquel que la golpeó e insulto, aquel que la retuvo, aquel que le hizo la vida imposible, ahora se encontraba atado a una silla, esperando su muerte, un poco menos creativa.

─Será rápido, no te preocupes, hoy estoy un poco menos creativo con mis asesinatos. ─ Se encogió de hombros.

El hombre trago saliva, mientras se movia desenfrenadamente, tratando de escapar, aunque sea de alguna u otra manera, salir de aquel infierno donde se enfrentaba con el mandato de estos.

Tom sonrió ladino, elevando uno de sus brazos a la altura de su pecho, observando el reloj que poseia, la hora... Ya era hora, seguramente dentro de algunos minutos Jhon ya tendría que estar llevándose a Lydia, para después montarla en aquel avión, llevándola a una nueva vida, un nuevo comienzo, dónde estaba totalmente seguro de que ella sería feliz, lo merecía.

─Antes de matarte... Tengo que hacer una llamada.─ Informo. ─Tengo que llamar al amor que nunca supe cuidar.

Sonrió, rendido, aceptando todos aquellos sentimientos que todo esté tiempo se negó a sentir, porque al final... Ella ya no sería parte de su vida, ella se iría y encontraría a alguien más, ella ya dejaría de quererle.

Trago saliva y saco su móvil, marcando el número de celular de la casa, sonriente, por escuchar la voz de su mocosa, aunque sea por última vez.

─¿Hola?...

(...)

Lydia cerro sus ojos, cansada, débil por todo, sus ojos ardían de una manera terrible, las heridas ya habian dejado de sangrar, al menor por un momento se detuvieron, esperando algo más fuerte para volver hacer abiertas.

Con toda la fuerza de voluntad se levantó de la cama, intentando llegar hasta el baño ora darse una ducha, después de algunos días de no hacerlo, estaba mal, y lo sabía perfectamente.

Una melodia inundó sus oídos, identificando está rápidamente como el teléfono de la casa, se negó a ir y bajar por las escaleras para tomarlo, esperanzada de que sea el, se negó totalmentea correr por el teléfono y contestarlo.

𝗦𝘁𝗼𝗰𝗸𝗵𝗼𝗹𝗺 ; Tom Kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora