Narrador Omnisciente.
Los días habían pasado, algunas semanas, ambos jóvenes habian comenzado a entenderse entre si, habían comenzado a analizar las actitudes y gustos del otro, se podía decir que comenzaban a llevarse bien.
Tom estaba comenzando a aceptar que la menor era agradable, y que poco a poco el entrenamiento le había comenzado a ser fuerte, también había descubierto que el talento de esta era con el arco, la primera vez que la vio actuar con este se sorprendió tanto, que le compro una colección completa de estos.
Lydia ya estaba aprendiendo a sobrellevar su vida con el mayor, ya sabía como podía actuar frente a el, y como evitar alguna discusión, había descubierto su leve enamoramiento hacia este, pero aún seguía dudando si realmente era eso, o si realmente era correcto.
Ambos jóvenes se encontraban en la habitación de Tom, quien estaba recostado en su cama, su espalda recostada en la pared, mientras observaba a Lydia.
─Ya casi no se ven...─ Soltó el de trenzas.
─Si... Solo quedan pocas..─ Respondió la menor, quien se encontraba admirando cada una de sus cicatrices en el espejo, aprovechando que llevaba una camisa de tirantes, su confianza había aumentado un poco, gracias a las duras, pero ciertas palabras de Tom.
El mayor sonrió al ver el rostro relajada de la chica, por alguna extraña razón comenzaba a sentirse mejor cuando sabía que ella estaba bien.
─¿Cómo?...─ Hizo una breve pausa, pensando si realmente era correcto aquello. ─¿Cómo empezó? El que tu padre te golpeara.─ Pregunto sin pudor.
La chica se quedó helada ante las palabras del mayor, trago saliva y lamió sus labios, de pronto las cicatrices le comenzaron a doler, y conocía aquel sentimiento, conocía la inseguridad que le daba cuando se trataba de su vida.
Tomo aquel cardigan que Tom alguna vez le obsequio y con rapidez lo deslizo por sus brazos, para poder tapar cada una de aquellas manchas.
Tom observo la escena con atención, el analizaba cada uno de los movimientos de la menor, y por primera vez no la veía de forma débil, si no... Comenzando a entenderla, aunque sea solo un poco..
─Me lo dirás ¿O no?─ Soltó, sin vergüenza alguna.
Lydia lo miro, y sabía que no tenía otra opción, de alguna manera Tom terminaria sacándole aquella información, y eso era algo que le causaba un poco inconformidad.
La menor camino hasta la cama, y con lentitud tomo asiento en la orilla de esta, subió sus piernas y las enrollo entre si, comenzando a jugar con sus manos, todo bajo la atenta mirada del mafioso.
─Era un cumpleaños de Mamá... Veníamos de celebrar, claramente ellos habían tomado, pero mi padre se negó a dejar de manejar...─ La menor hizo una pausa, sintiendo como sus ojos comenzaban a aguarse. ─ Yo iba en el asiento trasero, tenía ocho años cuando sucedió... Era demasiado noche, y yo tenía un horario especial para dormir, así que había comenzado a insistir para poder llegar a casa...─ Trago saliva. ─El alcohol había comenzado a hacer efecto en el sistema de mis mayores, y mi padre no contuvo las ganas de gritarme, desesperado porque guardaba silencio... A mí M-mama no le gustó que me h-hablara de esa manera... Y ambos comenzaron a d-discutir. ─La chica paso su brazo con brusquedad, limpiando sus lágrimas.
─No.. mocosa, no llores.─ Soltó el mayor, en un intento fallido de consolarla.
─Ellos estaban tan concentrados en su pelea, que mi padre nunca pudo ver el gran camión que venía de frente, y el cual nos impacto..─ Tom bajo su mirada hacia las manos de la menor, las cuales temblaban y sangraban por la presión de las uñas.─Mi madre murió... Y desde ese entonces el comenzó a culparme de aquel accidente, comenzo a hundirse en el alcohol y después de eso a golpearme...
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𝗦𝘁𝗼𝗰𝗸𝗵𝗼𝗹𝗺 ; Tom Kaulitz.
Fanfic"𝙀𝙡 𝙛𝙞𝙣𝙖𝙡 𝙨𝙞𝙚𝙢𝙥𝙧𝙚 𝙨𝙤𝙧𝙥𝙧𝙚𝙣𝙙𝙚, 𝙖𝙪𝙣𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙚́ 𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙩𝙤 𝙙𝙚𝙨𝙙𝙚 𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙞𝙣𝙘𝙞𝙥𝙞𝙤." ─Tu no puedes querer a nadie, por qué para eso necesitas un corazón..─ Musitó la pelinegra, con sus mejillas empapadas de...