Chapter eighteen

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─Lydia Miller.

Arrugue mi rostro ante aquella mirada, solamente estaba ahí, frente a mi, su vista clavada en mi ojos, sin apartar está ni un solo segundo, sus manos dentro de sus bolsillos, y su espalda recostada contra la pared, los nervios me atacaban con rapidez y por alguna razón mi pecho dolía, había algo que me estaba inquietando.

─Mocosa... Debemos hablar.─ Soltó de una vez, su voz era áspera, hasta parecía intentar ser un poco suave. ─Ven aqui...

Camine con tranquilidad hacia el, siendo envuelta rápidamente por sus brazos, sintiendo aquel calor, tan acogedor, aquella protección que no sentía desde la muerte de mi madre, aquel sentimiento de... Amor.

Escondí mi cabeza en su pecho, sintiendo sus manos acariciar mi espalda, normalmente estás muestras de cariño siempre eran frente a quien sea, pero para ambos era aún más cómodo cuando estábamos solos, cuando las emociones fluían como un lago.

Levanté mi vista, topandome con la de el, aquellos ojos marrones, que te fusilaban con una sola mirada, pero conmigo no era así, una sonrisa ladina se formo en su rostro.

─Niña... ¿Te gusta estar aquí? ¿Te gusta estar conmigo?─ Pregunto, y realmente me sorprendió aquello.

Me encantaba estar con el, se podría decir que era mi parte favorita del día, y no es que hiciera muchas cosas, pero cuando estaba con el... Era mágico.

─Estar en este lugar...no me agrada mucho..─ Hice una mueca, y el soltó una risa. ─ Pero... Si me gusta estar contigo.─ Le devolví la sonrisa y sentí como una de sus manos viajaba a mi mejilla, acomodando una mechones.

─Sabes que eres especial ¿No?─ Soltó y no podía explicar los sentimientos que explotaban mi corazón, las emociones, el cómo el revoltijo en mi estómago era más que presente. ─ Abandonaré todo esto cuando sea necesario, me iré muy lejos de aqui, y tu vendras conmigo. ¿Te sientes lista para esperar? ¿Estás preparada para lo que viene?

Su nariz rozo con la mía, causando que cerrará mis ojos, pero aquel presentimiento aún seguía en mi pecho, aquello que no me dejaba disfrutar del momento.

─Puedo hacerlo...─ Susurre, disfrutando de cada una de sus caricias.

─Puedo darte el cielo y las estrellas, puedo cumplir cada uno de tus deseos...─ Hizo una leve pausa. ─Pero todo este trae una consecuencia, quiero aprender a quererte, quiero saber lo que es amar a una persona que no será mi hermano.─ Ambos reímos. ─Mi amor trae muchas consecuencias, demasiadas.

─No le tengo miedo a lo que siento por ti.

─Mocosa... Eres tonta, no deberías de sentir ni una sola gota de cariño hacia mi, tus ojos ni siquiera deberían de brillar de esa manera al verme, ni siquiera te debería de gustar estar a mi lado.─ Musitó y abrí mis ojos, encontrando los de el. ─No merezco tu pureza.

─¿Estás comenzando a quererme?─ Pregunte, con obvia emoción.

─Ujm... Se puede decir que comienzas a agradarme.─ Sonrió ladino.

Y eso bastó, nuevamente acomode mi cabeza en su pecho, cerrando mis ojos, escuchando su corazón latir con normalidad, a diferencia del mio, que parecía entra a punto de colapsar.

─Tengo... Tengo algo que decirte.─ Musitó y sus manos soltaron levemente mi cuerpo, alejándonos. Asentí, mientras elevaba mi rostro, para poder verlo. ─Warren está mañana tuvo que salir para investigar sobre las amenazas, pero se desvío un poco a tu antigua casa, la policía rodeaba está, al igual que las personas y una ambulancia. ─ Sus palabras salían con tanta fluidez, y conforme avanzaba sentía como mi corazón se achicaba. ─ Era Albert... Lydia, tu padre está muerto.

𝗦𝘁𝗼𝗰𝗸𝗵𝗼𝗹𝗺 ; Tom Kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora