Chapter eight

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─Lydia Miller.

"Estoy apunto de asesinar a alguien."

Si... Lo había escuchado perfectamente, mis piernas temblaron al escuchar su tono de voz, de pronto ahora era aún más grave, y la oscuridad en sus ojos se había extendido.

Ni siquiera los toques en mi trasero me preocupaban lo que si lo hacía era aquel hombre de trenzas que tenía tan cerca.

─No te diré que apartes la vista, o que cierres los ojos.─ Soltó, y se alejo un poco, dejando nuestros rostros a tan solo centímetros. ─Quiero que lo veas, que analices, que pienses... Aún que sea solo por un minuto, que pienses como yo lo hago, que veas el mundo a mi manera.

─¿De que hablas?

─Ven conmigo.─ Tomo mi muñeca, y me arrastro hasta aquel hombre, que hace momentos antes el había señalado.

El tipo era algo calvo, se podía ver que también era un poco alto, tal vez de la misma altura que Tom, su barba apenas creciente, y a simple vista era musculoso.

El tomo asiento en el sofá, junto al tipo, y palmeo su lado, indicando que hiciera lo mismo.

─Ven, Muñeca.─ lo mire extrañada, pero hize caso umiso, y casi de inmediato sentí su mano sobre mi muslo. ─ Es preciosa ¿No?─ Le pregunto al hombre calvo, mientras dejaba recostar su espalda en el sofá.

─Si... Lo es.─ Respondió, y pude sentir su mirada morbosa sobre mi, lo que me hizo estremecer, y el asco comenzar a invadirme.

─¿La quieres?─ Escuché la voz de Tom, y sus palabras me hicieron temblar, me voltee hacia el confundida.

─Jefe... Es su chica, yo no podría.─ Suspire aliviada, sabía lo respetado que el de trenzas era, así que por el momento era intocable ¿No?

Tom apretó un poco mi pierna, y comenzó a acariciar está, bajando y subiendo, el miedo comenzo a invadirme cuando observe como con su otra mano toqueteaba la pistola en su cintura, y el cómo los dos chicos que nos acompañaban ahora nos veían fijamente, ellos también en posición de ataque.

─Tom.... Por favor, no se que piensas hacer, pero por favor para... Haré lo que pidas.─ Susurre, asegurandome que solo el puidera escucharlo, me importo una total mierda si no le gustaba que lo llamara por su nombre, tenía preocupaciones más grandes en este momento.

El me ignoro, pero me observo de reojo, y pude notar como sonreí ladino, sin dejar de acariciar mi pierna.

─No me cuesta nada compartirla.─ Respondió el. ─Si realmente la quieres, yo puedo dártela, solo por una noche, es exelente.

─Bueno... Yo-

─¡Vamos! No te hagas el difícil, está oportunidad no la tiene nadie, creeme, es la primera vez que soy tan amable con alguien.─ Sonrió con total falsedad.

─Está bien...─El hombre sonrió, un poco incómodo. ─Jefe...  ¿Seguro que no habra problema?

─¿Acaso desconfías de mi palabra? Ya te dije que solo trato de ser amable.

─Gracias...

─Preciosa... Ve con el, y asegúrate de que disfrute está noche, como nunca..─ Soltó con una sonrisa, y pude identificarla, era de esas tan oscuras que de tan solo verla, me hacía estremecer. Voltee su rostro hacia mi, conectando nuestras miradas, la de el ya no era café, y tampoco brillaba, ahora era oscura, y había algo... Habia molestia, venganza...

─Por favor...─ Susurre, sintiendo como las ganas de llorar comenzaban a invadir mi sistema. ─Por favor... No me hagas esto..

─Vamos ¡No seas tímida, muñeca! ─ El se levantó de su asiento, y me obligó a hacer lo mismo, su mano se poso en mi cintura. ─ Disfruten la noche. ─ gruño.

𝗦𝘁𝗼𝗰𝗸𝗵𝗼𝗹𝗺 ; Tom Kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora