─Tom Kaulitz.
─¡Ahg!─ Un quejido salió de mis labios al estirar mi cuerpo, al igual que mis nudillos, manchados completamente de sangre.
Me reincorpore y observe a Warren, quien se encontraba encendiendo un cigarrillo, su semblante era tranquilo, su camisa manchada de aquello rojo, tan asqueroso.
─Tom...─ Me llamo. ─¿Por qué?.... ─Le dió una calada a su cigarrillo. ─¿Por qué haces todo esto? ¿La mocosa? Lydia.... ¿Te interesa?
Solté una risa, y me acerque, apoye mi espalda en la pared, arrebate su cigarro y lo introduje en mis labios , cerrando mis ojos por la satisfacción que sentía.
─No... Me da igual esa niña.─ Respondí con simpleza. ─ El viejo se quería pasar de listo... Sabes lo cuidadoso que soy con mis chicas. ─Le devolví el objeto.
─Entonces... Me estas diciendo que solo por un simple toque en su rostro tuvimos que encerrarlo, quebrar y cortar sus dedos, mientras le susurraba miles de veces, como un maldito demente "La tocaste, imbécil, te mataré, pero primero te haré sufrir."
Solté una risa, no me importaba mucho lo que estos pensaran, la verdad me daba completá igual, si la mocosa esa era de mi interés, solo era mi problema, de nadie más.
─No solo tocó su rostro... También sus piernas.─ Solté entre dientes, comenzando a enojarme.
─Cancelaste el contrato... ¿Que pasará con los millones que ibas a ganar?
─Me importa una mierda... Tengo de sobra.─ me encogi de hombros.
─Tu no eres así, Kaulitz.─ Soltó con burla. ─ A Bill le resultaría divertido.
─Ya cállate.─ Me cabree al escuchar el nombre de mi hermano, y camine en dirección a la salida. ─No limpies esto, llama a alguien más, me ayudaste demasiado está noche, mereces el descanso.
No me interese en nada más y comencé a caminar escaleras arriba, posiblemente la pelinegra ya se haya dormido, y eso me emocionaba, podría observarla sin problema alguno.
Subí las escaleras con tranquilidad, mi mente divagando y cuestionando cada unos de mis acciones, y el por qué de estás.
¿Me interesaba? Claro que lo hacía, tenia curiosidad en saber más, en probar más, y sobre todo, en ver más haya de esas prendas.
Solo me acostaria con ella y lo más antes posible la mandaría a otro lugar un poco más sano, por primera vez tendría un poco más de piedad, podría mandarla a Nueva Zelanda, era un país hermoso, y le aseguraría un trabajo, me comenzaba a agradar.
Observe a Eliot, quien se encontraba fumando, era de lo más normal, todos lo hacíamos, pero los único que lo tenían permitido dentro de la casa éramos nosotros.
─¿Terminaron?─ Pregunto.
─Si, temprano.
─¿Eso crees? Son las cuatro de la madrugada.─ Reclamo. ─Estoy muerto de sueño.
─Ya vete.─ El giro sus ojos y se levantó de su lugar, dispuesto a irse. ─Gracias.
El se quedó helado en su lugar, y después de segundos, solamente asintió y se perdió entre los pasillos, yo solté una risa y negué.
Abrí la puerta y entre en la habitación, era un maldito desastre, pronto mandaría a qué alguien arreglara aquello, mi vista viajo hacia el cuerpo acurrucado en mi cama.
Con lentitud cerré la puerta, tras de mi, sin apartar mi mirada de aquella chica, su cabello azabache desordenado, la ropa le había quedado a la perfección, y sabía que tenía un poco de inseguridad con sus cicatrices, le ayudaría un poco con esa mentalidad.
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𝗦𝘁𝗼𝗰𝗸𝗵𝗼𝗹𝗺 ; Tom Kaulitz.
Hayran Kurgu"𝙀𝙡 𝙛𝙞𝙣𝙖𝙡 𝙨𝙞𝙚𝙢𝙥𝙧𝙚 𝙨𝙤𝙧𝙥𝙧𝙚𝙣𝙙𝙚, 𝙖𝙪𝙣𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙚́ 𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙩𝙤 𝙙𝙚𝙨𝙙𝙚 𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙞𝙣𝙘𝙞𝙥𝙞𝙤." ─Tu no puedes querer a nadie, por qué para eso necesitas un corazón..─ Musitó la pelinegra, con sus mejillas empapadas de...