─Tom Kaulitz.
Camine con tranquilidad detrás de Warren, quien corría velozmente, intentando alcanzar a la pelinegra.
"Yo no soy como tú..."
Cierto... Ella no era como yo, era un alma tan malditamente limpia, era un maldito ángel, alguien tan inocente... Yo no merecía tenerla, no merecía que esos ojos saltones me miraban con aquel brillo ¿Debía dejarla en paz? ¿Debía soltarla?
Mi mente divagaba con miles de preguntas, era la primera vez que me sentía tan malditamente confundido, y había un extraño sentimiento en mi pecho, recordar sus palabras, y la manera en la que su voz se quebró, el cómo temblaba, el cómo estaba muerta de miedo.
Un ángel como ella no merecía volar al infierno conmigo.
Sentí las miradas de algunas personas sobre, especialmente la de Emma, quien se acercó a mi con rapidez.
─Vi a la chica salir corriendo, Creo que Eliot logro atraparla.─ Informo, y yo la ignore completamente, pasando por su lado.
En estos momentos no tenía cabeza para nada más, para nadie más... Esa mocosa era tan molesta, me hacía cabrear de una manera impresionante, pero había algo nuevo... Supongo que la comenzaba a odiar con más fuerza.
A lo lejos observe al rubio, quien sostenía a Lydia con fuerza, podía notarlo por las venas repintadas en sus brazos, pero ella ni siquiera estaba haciendo una minina fuerza para librarse, le estaba lastimando.
Me acerque con rapidez y tome el brazo de Lydia con brusquedad, su rostro quedó en mi pecho, y podía escuchar sus sollozós descontrolados, sus lágrimas mojando mi camisa, y su cuerpo temblando.
Lleve una de mis manos a su cabeza, acariciando su cabello, mientras que la otra se encontraba en su cintura, el viento nos golpeaba, dado a que ya nos encontrábamos fuera del lugar.
─¿Que mierda crees que hacias?─ Solté hacia el rubio. ─¿Por qué la sostenias con tanta fuerza? No tienen ningún derecho a lastimarla, solo yo puedo hacerlo. ─El no respondió, pero pude ver cómo sus facciones de endurecian, comenzaba a molestarse. ─Ve por Warren y dile que nos vamos.
De inmediato camino hacia mi, dándome una última mirada, para adentrarse al local, mi atención nuevamente viajo hacia la pelinegra en mis brazos, la cual en ningún momento había dejado el llanto de lado.
─No me voy a disculpar... Y lo sabes.─ Solté con seriedad, esperando alguna respuesta, la cual nunca llego. ─Lydia, solo quiero mostrarte este mundo, mi mundo, estoy consiente de que no eres como yo, y jamás intentaría que lo fueras... Nunca te convertiría en esto.
Adentre mis dedos en su cabello, tan suave, tan brilloso, el color azabache siendo levemente iluminado por la luna, y esos ojos cafés, los cuales seguramente estaban inundados de lágrimas.
Ella no respondió... Y eso por alguna razón me hizo sentir... ¿Molesto? ¿Conmigo mismo? No, eso no podría estar pasando.
─P-por favor... Solo déjame ir.─ Escuché su Susurro, y sentí como se alejaba un poco, mostrando sus rostro, su nariz roja, sus mejillas empapadas de lágrimas, y aquellos ojos... Aquellos hermosos ojos color café, los cuales me miraban tan lastimados, aquellos que me transmitían nuevas emociones.
─No puedo hacerlo.─ Negué, y me acerque hacia ella, cortando el espacio que teníamos. ─No quiero hacerlo.
Sonreí ladino, y pude ver cómo en su mirada como nuevamente estaba asustada, tome su muñeca y camine hacia mi auto, abrí la puerta trasera y le indique que entrara, no tenía opción, nunca la tuve, y mucho menos ahora.
En cuanto ella estuvo adentro, cerré la puerta, y recosté mi cuerpo contra el coche, suspiré con fuerza, la debilidad de esa niña ya me comenzaba afectar, eso era asqueante.
─Maldita mocosa...─Solté para mí mismo, con una sonrisa, no sabía porque me interesaba tanto, porque me daba tanta curiosidad saberlo todo, verla, tocarla, y escucharla, no sabía porque me comenzaba a importar el cómo ella se sintiera.
Era tan malditamente molesta, me cabreaba de una manera inmediata, su voz me molestaba, su ojos también lo hacian, especialmente cuando hacian contacto con los mios, y me transmitía aquella extraña sensación, sin duda esa mocosa me desagradaba cada día más.
Estaba siendo demasiado suave con esta niña, y eso no me agradaba mucho, tenía que matar a la debilidad.
(....)
─Lydia Miller.
─No será la primera vez que mires algo como eso, así que vete acostumbrando, e intenta que no se note tanto que eres una débil.─ Soltó, y pude decifrar el desprecio en sus palabras.
Asentí, no tenía de otra, está era la forma en la que me tocaba vivir, este era mi destino, y tenía que aprender a conllevarlo.
Nos encontramos en la sala de estar, el estaba frente a mi, en su mano posaba un cigarrillo, el cual se lo llevaba a la boca en varios lapsos de tiempo.
─Yo puedo protegerte, siempre ten en cuenta que nadie podrá tocarte un cabello, nadie podrá ni siquiera mirarte, el mínimo inconveniente yo lo arreglare, pero también debes aprender a saber que en mi mundo la sangre en habitual, y normal.─ Soltó con seriedad, su mirada era oscura, ese brillo en el se había perdido por completo, se acercó y se inclino hacia mi. ─Odio que seas tan malditamente débil, serias perfecta, pero me desagrada verte llorar a cada segundo, odio con lo más profundo de mi oscura alma tu debilidad sin sentido.
El tomo mi menton con brusquedad, emitiendo fuerza, su tono de voz, su mirada intimidante, la repugnancia con la que me miraba, y la forma en la que me decía discretamente que me odiaba, y por alguna extraña razón aquello me dolió.
─Lo siento...─ Susurre, bajando mi rostro, pero rápidamente volvió a subirlo.
─No te disculpes idiota, demuestra que lo sientes con acciones y no con palabras.
Tomo mi brazo y me obligó a levantarme, con brusquedad me empujó hacia las escaleras, y ambos comenzamos a subirlas, mi vista comenzaba a nublarse debido a las lágrimas, las cuales limpie con rapidez.
Llegamos a su habitación, en la cual me obligó a entrar, el también lo hizo y cerró la puerta tras de el, por un momento temi de lo que fuera capaz de hacerme, pero ese pensamiento se esfumó al ver lo que hacía.
─Desde hoy... Trabajaras conmigo, tu entrenamiento será más fuerte.─ hizo una leve pausa y tomo el arma que se encontraba en su cintura, para colocarla frente a mi. ─Y cuando estés completamente lista, te unirás a mi.
─¿Que pasa si no quiero hacerlo?─ Le rete, sin importarme el riesgo que corría con mis palabras.
El quería que fuera más fuerte ¿No?
─Preciosa, no te equivoques...─ Se acercó con lentitud, y una de sus manos tomo mi cintura con fuerza. ─Yo mando en este lugar, son mis órdenes, por lo tanto debes cumplirlas, aún así, no lo quieras. ─Lamió sus labios, y por inercia tuve la intención de probarlos. ─ Deja de ser tan molesta y haz lo que te digo.
Se alejo con una sonrisa burlesca y me dió la espalda, dispuesto a salir de la habitación, pero antes ladeó su cabeza.
─No creo poder seguir cumpliendo las promesas que te hice, así que ten un poco más de cuidado.
Sin más salió de la habitación, en algún momento aquella puerta terminaría siendo derribada por todos los golpes que recibía, pero mi mente estaba distraída por sus últimas palabras.
¿Que significaba eso? ¿Cómo debía de sentirme? ¿Por qué esperaba aquello con tanto entusiasmo?
Sabrina.
HOLANNN, el capítulo no es tan largo porq ya han sido dos en un día, y eso fue posible ya que el día de hoy mis clases fueron canceladas, tuve tiempo libre para poder consentirlxs. ¡LXS AMO!
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𝗦𝘁𝗼𝗰𝗸𝗵𝗼𝗹𝗺 ; Tom Kaulitz.
Fanfiction"𝙀𝙡 𝙛𝙞𝙣𝙖𝙡 𝙨𝙞𝙚𝙢𝙥𝙧𝙚 𝙨𝙤𝙧𝙥𝙧𝙚𝙣𝙙𝙚, 𝙖𝙪𝙣𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙚́ 𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙩𝙤 𝙙𝙚𝙨𝙙𝙚 𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙞𝙣𝙘𝙞𝙥𝙞𝙤." ─Tu no puedes querer a nadie, por qué para eso necesitas un corazón..─ Musitó la pelinegra, con sus mejillas empapadas de...