─Tom Kaulitz.
El molesto sonido de aquel aparato sobre la mesa de noche me hizo abrir los ojos, bufé molesto y tome el móvil entre mis manos, respondiendo sin ganas alguna.
─Jefe... Lo atrapamos..
─Alessandro... ─ Bostece, y aleje el movil de mi oreja para observar la hora, {3 AM.} y segundos después volverlo a su anterior posición. ─ Que gratas horas para llamarme ¿No crees?
─Lo siento, es importante.─ Se excuso.
Una sonrisa pícara se formó en mi rostro al recordar lo sucedido hace unas horas, voltee mi rostro, encontrando el de ella a tan solo centímetros, respirando con tranquilidad, sus cabellos desordenados, y su cuerpo apenas cubierto por una sábana que ambos compartimos y nuestras piernas casi entrelazadas.
─Si claro.─ Me burle. ─ ¿Que está pasando?
─Es Flavio... Lo atrapamos. ─ Soltó y por un instante me quedé totalmente en blanco, mi pecho lleno de aquel sentimiento llamado satisfacción, mi cabeza divagando en todos los escenarios donde la tortura más sucia y asquerosa era protagonista. ─Lo tenemos en el sótano de la mansión, vigilado por cinco de nuestros hombres, claro, todos con mi completa confianza.
Me senté en la cama con rapidez, y lami mis labios, eufórico por la noticia, me gire levemente hacia la adolescente desnuda a mi lado, sintiendome un poco mal, había prometido alejarla, y lo único que hice fue ilusionarla.
─Voy a verificar que Jhon pueda quedarse con Lydia y nos vemos en veinte minutos.
─Está bien, aquí lo esperamos.
(...)
Me adentre al sótano, los guardias que lo reguardaban rápidamente me dieron el pase libre, no me moleste en saludar a nadie, mi siquiera una sonrisa, no era necesario.
Subí una ceja una mueca burlona se formo en mi rostro, las luces fueron encendidas, Alessandro se mantenía a mi lado, con su arma en alto por cualquier situación que nos aproxime, al igual que dos hombres más, estos un poco más atrás.
─Flavio... Bienvenido.─ Salude, con una sonrisa de oreja a oreja, podía sentir la mirada de Alessandro sobre mi, arisco, pendiente a cada uno de mis movimientos.
Subió su cabeza, mostrando todo el miedo en sus ojos, todo el miedo posible que podría caber en una persona, y no lo juzgaba, si yo me tuviera que enfrentar conmigo mismo, también temblaría de esa manera.
─Déjalo hablar.─ Ordene, sin quitar la sonrisa de mi boca, y casi de inmediato uno de mis hombres se acercó y de manera brusca le aparto la tela que le impedía contestarme. ─ Ha pasado tiempo, mi querido amigo.
Flavio frunció sus labios, los cuales se encontraban con pequeñas heridas, seguramente por los golpes que mis hombres le habían propinado.
─Tom..─ Escupió de manera cansada. ─ No seas inmaduro... Por favor, podemos resolverlo de otra manera. ─Suplico.
─Tu aquí no estás en posición para pedir u ordenar nada..─ Me acerque a su rostro, a tal punto que su intento fallido de retroceder me causo la risa. ─ Por si aún no lo tienes claro, estás aquí porque voy a matarte, de eso no tengas ninguna duda, me bañare de tu sangre hasta quedar asqueado, escuchare tus gritos traspasar todos las paredes, cortaré y quemaré cada ángulo de tu piel, te cortaré la lengua, te arrancaré cada uno de tus dientes, y cuando te queden solo unos días para morir, tomaré las tijeras más finas, y cortaré tus bolas sin asco alguno ¿Lo entiendes?
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𝗦𝘁𝗼𝗰𝗸𝗵𝗼𝗹𝗺 ; Tom Kaulitz.
Фанфик"𝙀𝙡 𝙛𝙞𝙣𝙖𝙡 𝙨𝙞𝙚𝙢𝙥𝙧𝙚 𝙨𝙤𝙧𝙥𝙧𝙚𝙣𝙙𝙚, 𝙖𝙪𝙣𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙚́ 𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙩𝙤 𝙙𝙚𝙨𝙙𝙚 𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙞𝙣𝙘𝙞𝙥𝙞𝙤." ─Tu no puedes querer a nadie, por qué para eso necesitas un corazón..─ Musitó la pelinegra, con sus mejillas empapadas de...