─Lyida Miller.
Lleve mis dedos a mis labios, recordando lo que habías pasado a tan solo hace unos segundos, mi vista subió hacia su musculosa espalda en movimiento, y Warren mirándome de manera curiosa.
Ambos salieron de mi vista, y por fin pude soltar todo aquel aire que al parecer había retenido todo este tiempo, camine hacia mi arco y lo levante del suelo.
Ya podía caminar por la casa sin ningún tipo de vigilancia, era uno de los privilegios que Tom me había brindado, se podía decir que su confianza en mi habia aumentado un poco.
Lamí mis labios, aún podía sentir el sabor a cigarro, y licor, estoy totalmente segura que si se tratara de otra persona estuviera totalmente asqueada, pero era Tom... Ni siquiera podía dejar de pensar en como sus manos tomaron mis caderas, el cómo sus dedos se enterraban en mi piel, el cómo sus labios tomaron los míos con agresividad, el cómo sus dientes se encargaron de herirme, pero por alguna masoquista razón, eso me gustó..
Camine hacia la salida, podía sentir algunas mirada sobre mi, era un poco incómodo tener a personas atentas a cada uno de tus movimientos, atentos a tu vida, pero era lo que tocaba ¿No?
Uno de los chicos que se encontraban me recibió con una botella de agua, a lo que yo le mire extrañada.
─El jefe me pidió que se la diera...─ Soltó, y casi pude notar como sus mejillas se volvían rojas, asenti y tome la botella, no sin antes agradecerle.
Pase al Interior de la casa, y a lo lejos pude ver a Tom hablando seriamente con Warren, los ignore y comence a subir las escaleras, por más que tratara de lucir lo más normal posible, no podía.
El recuerdo de sus labios, de sus toques, de sus palabras, todo... Absolutamente todo pasaba por mi mente como un huracán.
Llegué a la habitación, y de reojo pude ver a Eliot, muy sonriente, escuché su voz, parecía estar hablando por teléfono.
Entre al cuarte y cerré la puerta con seguro, eso ya se había vuelto una costumbre, Tom me había explicado que todos los días entraban nuevos aprendices, y que no confiaba en ninguno de ellos.
Abrí el closet y aparte su ropa, para poder buscar la mía, tome uno de esos tantos suéteres que Tom me había regalado, y una de las faldas que tanto me rogó para que las usará, completando con unas medias negras y botas de plataforma del mismo color.
Deje la vestimenta en la cama, y camine hacia la ducha, comencé a desvestirme, mi imaginación estaba volando, deseaba sentir sus manos por todo mi cuerpo, sus labios hasta donde llegará nuestra imaginación, sentirlo a el...
Un suspiro salió de mis labios al sentir una pequeña corriente eléctrica en mi vientre, sabía lo que era, sabía lo que estaba pasando, pero me negaba a hacerlo, me negaba a tocarme, no antes de que el lo hiciera.
Provocarlo... La idea era tentadora, quería hacerlo, quería ver hasta donde llegaba su paciencia, quería sentir como me penetraba fuertemente, quería escuchar su voz ronca, quería escucharlo gemir, jadear, lo quería, y estaba dispuesta a tenerlo.
(...)
─Tom Kaulitz.
Sus labios... Tan rosados, tan suaves, era la sensación más cercana a la delicia que alguna vez pude haber probado, el movimiento, los suspiros, sus manos pasado por mi pecho sin alguna descaro.
Aún podía sentirla.
Mentiria si dijera que la mocosa no me había dejado pensando, hasta parecía que una parte de su tan pura e inocente alma se había quemado conforme yo la tocaba, conforme mi lengua exploraba su garganta, yo le estaba destruyendo, y eso es algo que me cabreaba.
ESTÁS LEYENDO
𝗦𝘁𝗼𝗰𝗸𝗵𝗼𝗹𝗺 ; Tom Kaulitz.
Fanfiction"𝙀𝙡 𝙛𝙞𝙣𝙖𝙡 𝙨𝙞𝙚𝙢𝙥𝙧𝙚 𝙨𝙤𝙧𝙥𝙧𝙚𝙣𝙙𝙚, 𝙖𝙪𝙣𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙚́ 𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙩𝙤 𝙙𝙚𝙨𝙙𝙚 𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙞𝙣𝙘𝙞𝙥𝙞𝙤." ─Tu no puedes querer a nadie, por qué para eso necesitas un corazón..─ Musitó la pelinegra, con sus mejillas empapadas de...