Narrador Omnisciente.
La chica abrazaba su cuerpo, intentando entrar en calor, no sabía dónde estaba, pero no era una casa, bueno... Al menos no una casa con puertas o ventanas aseguradas.
El frío le atacaba de una manera tan instantánea, al menos Tom si le ofrecía sábanas en la noche, al menos Tom si le dió una cama donde dormir, llevaba un día en aquel lugar, tan espantoso.
Aún no había conocido al tan mencionado "Flavio" y se sentía aliviada, las cosas que se decían sobre aquel hombre eran alucinantes, pero no tanto como las que se hablaban de Tom, eso le tranquilizó.
No estaba atada, sus manos y pies estaban totalmente libres, pero sabía que miles de armas apuntaban en su dirección si hacia un mínimo movimiento, sus ojos estaban vendados, no había podido ver la luz del día por muchas horas, pero si escuchaba las pláticas de los hombres, sentía las miradas, tan asquerosas...
Su pecho dolia, su garganta ardía de tanto gritar, no soportaba la hinchazón de sus ojos por el llanto, no podía ser fuerte, ya no soportaba seguir fingiendo que era fuerte, cuando claramente Tom siempre tuvo razón, era débil.
Tom, Tom, Tom, Tom.
Todos sus pensamientos se basaban en aquel joven, y le rogaba al cielo que por última vez el llegara, que le salvará de aquella tortura, ya no soportaba más, ya no quería hacerlo.
Había escuchado un par de conversaciones donde planeaban acabar con el de trenzas, y la preocupación se volvía presente, lo único que deseaba era poder decirle, todo, advertirle del ataque que harán, pero algo en ella le decía que Tom era más listo.
─¡Muñequitaaaa!─ Escucho una voz burlona, y supo rapidamente de quién se trataba. ─ ¿Que crees? Flavio esta por llegar. ─Escucho los pasos del hombre, y pudo adivinar que este estaba de cuclillas frente a ella. ─ Tu novio aún no viene a rescatarte, que mal...─ La burla resonando en cada una de sus palabras le causaba náuseas.
─Si Tom aún no viene es por qué está planeando como asesinar a todos y cada uno de ustedes... Lo conozco y no es nada amable cuando está molesto.─ Escupió la pelinegra con odio, sabiendo que con tan solo la mención del mafioso les hacia temblar.
─¿Aún me sigues contestando? Vamos haber si te quedan ganas de hablar cuando Flavio este aquí, creeme, será divertido ver cómo sufres.
─Esa serán mis mismas palabras cuando salga de aquí, y pueda prenderte fuego, aún estando vivo.─ La menor formó una pequeña sonrisa en su rostro, llena de odio.
Y casi de inmediato sintió como su mejilla comenzaba a arder, por el golpe propinado en esta, no... No era la primera vez que aquel hombre le golpeaba, ya hasta se puede decir que se acostumbro.
─Maldita perra ¡Cállate! ─ Sintió como tomaba su cabello, jalando su cabeza hacia atrás. ─ Si tuviera autorización te mataría ahora mismo.
─Eres tan insignificante que tienes que esperar a que tus superiores te den las órdenes, por tu cuenta no puedes hacer absolutamente nada.
La menor apretó sus labios y ojos, esperando otro golpe, pero este nunca llego, ni siquiera una palabra, nada...
─¡Erick, déjala, Flavio esta llegando!─ Escucho el grito de otro de los hombres, y de inmediato su cabello fue liberado.
─Llegó tu hora, hija de puta.
Lydia se abrazo aún más, y escondió su rostro entre sus rodillas, escuchando algunas voces, todas lejanas, al igual que su mente, rezando que este terminara pronto, que Tom llegará pronto.
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𝗦𝘁𝗼𝗰𝗸𝗵𝗼𝗹𝗺 ; Tom Kaulitz.
Fanfic"𝙀𝙡 𝙛𝙞𝙣𝙖𝙡 𝙨𝙞𝙚𝙢𝙥𝙧𝙚 𝙨𝙤𝙧𝙥𝙧𝙚𝙣𝙙𝙚, 𝙖𝙪𝙣𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙚́ 𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙩𝙤 𝙙𝙚𝙨𝙙𝙚 𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙞𝙣𝙘𝙞𝙥𝙞𝙤." ─Tu no puedes querer a nadie, por qué para eso necesitas un corazón..─ Musitó la pelinegra, con sus mejillas empapadas de...