─Bill Kaulitz.
El movimiento en el auto se detuvo, y mi puerta fue abierta, dejándome ver la gran casa que tenía frente a mi, miles de hombres rodeando está, todos armados hasta los dientes.
Arrugue mi rostro, Tom era muy dramático cuando se trataba de seguridad, pero al mismo tiempo era muy descuidado, al tener demasiadas personas trabajando para el, la traicion estaba más cercana.
Baje de la camioneta, acompañado de uno de mis guardaespaldas, uno de tantos que Tom había mandado para mí protección, tan tonto.
Trague saliva, esa casa significaba demasiado para mí... Todo lo que viví en ella, todo lo que descubrí, los amores, los sentimientos, las emociones, todo parecía seguir intacto..
Ryan se adelantó y camino hasta la puerta, dónde el hombre que se encontraba frente a esta nos dejó pasar con facilidad, obviamente tenían que hacerlo.
Apreté mis labios, la idea de entrar en aquel lugar era muy... Aterrador, y no por lo que hiciera mi hermano, al final de cuentas yo hacia lo mismo, si no por el pasado que posiblemente me asecharia en esta casa.
Ambos entramos al interior, todo había cambiado, los cuadros de millones de dólares estaban por todos lados, los sillones brillantes, pero tenía un estilo... Un estilo que solo Tom podía dar a conocer.
Las ansias por ver a mi hermano mayor eran demasiadas, hace tres años tuvimos que separarnos para poder administrar el negocio de la mejor manera, pero ya era tiempo... Tiempo de volver a verlo, y aunque le costaría admitirlo, el también me extrañaba.
─Ryan... Baja mis cosas y ordena que me limpien una habitación para instalarme.─ Solté sin necesidad de mirarlo, pero por el sonido de sus pisadas me dió a entender que acato mis palabras con rapidez.
Camine alrededor de la sala, observando los objetos, todos y cada uno de ellos, algunas armas en el suelo, pase la punta de mis dedos por aquellas fotografías, hasta podría decir que Tom las había robado o simplemente amenzado para poder obtenerlas.
Los rumores corrían con rapidez, y eran más veloces cuando se trataba del mismísimo Tom Kaulitz, cuando se trataba del asesino más despiadado, cuando se decía que estaba protegiendo a una chica como su vida, cuando se decía que había arruinado su relación con Flavio solo por una menor.
─¿Q-quien eres?─ Una voz a mis espaldas me saco de mis pensamientos, y la conocía perfectamente... ─No eres del personal, los conozco a todos, pero.... Tu... ¿Te conozco?
Sonreí triste, pude reconocer esa voz, tan juguetona como siempre, la forma en la que sus palabras temblaron con tan solo verme de espaldas, me voltee con lentitud y pude verlo...
Su cabello rubio, desordenado, sus ojos azules oscuros, su cuerpo totalmente musculoso, pero sin exagerar, su rostro, el cual me indicaba la falta de sueño.
─Bill...─ Susurro, Asenti con la cabeza, y casi de inmediato corrí hacia el, sus brazos me estrujaron contra su cuerpo, sintiendo su torso, tan duro y cálido como siempre, mi rostro quedó en su pecho, mientras mis manos abrazaban su espalda con fuerza. ─Carajo Bill.... ¿Por qué no me avistaste que vendrías? Pude haber hecho alguna bienvenida o algo.─ Soltó, y sentí como dejaba castos besos en mi cabello.
─Por eso mismo... Se lo exagerado que eres.─ Escuché su risa, tan seductora como siempre.
Pasamos una segundos más en aquella posición, sin decir, ni hacer nada más que disfrutar de la caricia, de la cercanía, de los recuerdos y sentimientos encontrados, de su olor, de su piel, recordando aquellos tiempos de oro.
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𝗦𝘁𝗼𝗰𝗸𝗵𝗼𝗹𝗺 ; Tom Kaulitz.
Hayran Kurgu"𝙀𝙡 𝙛𝙞𝙣𝙖𝙡 𝙨𝙞𝙚𝙢𝙥𝙧𝙚 𝙨𝙤𝙧𝙥𝙧𝙚𝙣𝙙𝙚, 𝙖𝙪𝙣𝙦𝙪𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙚́ 𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙩𝙤 𝙙𝙚𝙨𝙙𝙚 𝙚𝙡 𝙥𝙧𝙞𝙣𝙘𝙞𝙥𝙞𝙤." ─Tu no puedes querer a nadie, por qué para eso necesitas un corazón..─ Musitó la pelinegra, con sus mejillas empapadas de...