Ver el lado bueno

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Taehyung había resultado pesar más de lo que Jungkook había supuesto; además, era larguirucho y costaba agarrarlo. Jungkook lo sostuvo y caminó a paso firme por el camino que había subido tanta gente antes. Apoyaba los pies con cuidado y sin prisas. En otras ocasiones había corrido largas distancias cargando setenta kilos de peso en la espalda, así que podía llevar a Taehyung a la cima de la colina y volverlo a bajar.
Iban a visitar las tumbas de los cuatro soldados caídos. Era la segunda vez que Jungkook lo hacía y la primera vez para Taehyung. El camino era inclinado y estrecho, y llevar a Taehyung sobre la silla de ruedas sería más difícil que llevarlo a cuestas. No obstante, era una tarea demasiado complicada para Mike Kim o cualquier otra persona del círculo cercano de Taehyung, y, por eso, el chico no había podido visitar las tumbas en las que sus amigos descansaban.

Cuando Jungkook se enteró, le dijo a su amigo que él se encargaría de llevarlo a la cima y, esa tarde, sin previo aviso, se presentó en casa de Taehyung para cumplir la promesa. Angie Kim se ofreció a dejarles a los chicos la furgoneta, pero Jungkook la rechazó, cogió a Taehyung en brazos, lo sentó en el asiento del copiloto de su vieja furgoneta y le puso el cinturón bien ceñido. Taehyung, incapaz de mantenerse recto sin el apoyo de la silla, empezó a caer hacia un lado hasta que Jungkook le puso un cojín entre el asiento y la puerta para que se apoyara.
Se dio cuenta de que Angie estaba un poco preocupada por dejar que Taehyung fuera sin la silla de ruedas, pero les dijo adiós con la mano y una expresión sonriente. Jungkook giró con suavidad en las esquinas.
El monumento conmemorativo no estaba muy lejos, pero a Taehyung pareció gustarle ir en el asiento del copiloto e hizo que Jungkook encendiera la radio y bajara las ventanillas.

Cuando llegaron a la cima de la colina, Jungkook sentó a Taehyung con cuidado en el banco de piedra, se sentó a su lado y apoyó al chico en su costado para asegurarse de que no se cayera. Estuvieron sentados un rato al lado de las tumbas. Taehyung leyó las inscripciones de todas las lápidas mientras Jugaban miraba al horizonte con la mente llena de recuerdos que deseaba poder borrar.

—Me gustaría que me enterraran aquí con ellos. Sé que es un monumento conmemorativo, pero me podrían enterrar al lado del banco y poner un asterisco en mi lápida. Jungkook rio, tal y como Taehyung esperaba, pero le molestó que hablara de su muerte de esa manera tan superficial.

—Aunque a mí me enterrarán en el cementerio de la ciudad. Allí están enterrados mis abuelos y otros miembros de la familia Kim de generaciones anteriores. Yo ya he elegido mi sitio —dijo Taehyung sin más, casi con resignación. Jungkook no pudo seguir mordiéndose la lengua y dijo:

—¿Cómo lo aguantas, Taehyung? ¿Tener que mirar a la muerte a la cara durante tanto tiempo?

Taehyung se encogió de hombros y lo miró con curiosidad.

—Lo dices como si la muerte fuera lo peor.

—¿Y no lo es? —Jungkook no podía pensar en algo peor que perder a sus amigos.

—No, no lo creo. La muerte es fácil, vivir es lo más difícil. ¿Te acuerdas de aquella niña del condado de Clairemont a la que secuestraron hará unos diez años cuando estaba de acampada con su familia? —preguntó Taehyung, mirándolo con atención—. Los padres de Luv y los míos hicieron de voluntarios en su búsqueda. Pensaban que se había caído por un arroyo o que quizá se había perdido. Pero, como había tantos campistas ese mismo fin de semana, no descartaron la posibilidad del secuestro. Al cuarto día de búsqueda, mi madre dijo que la madre de la niña rezaba porque encontraran su cadáver. No pedía que la encontraran con vida, rezaba porque su niñita hubiera muerto rápida y accidentalmente, porque la otra opción era mucho peor. Imagina saber que tu hijo está sufriendo muchísimo en algún lugar y que no puedes hacer nada al respecto.

Jeon Jungkook - Máscara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora