Ir a la Universidad Estatal de Pensilvania

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Ayudaba a Jungkook a empaquetar las cosas con un aire apagado. Llevaba apagada toda la semana. El trauma por la muerte de Taehyung y el ataque de Becker habían dejado huella en la chica y, ahora que Jungkook se iba, no sabía qué sentiría a la mañana siguiente, al despertarse completamente sola por primera vez en su vida. Jungkook la había ayudado a sobrellevar la pérdida de Taehyung, pero ¿quién la ayudaría a soportar que Jungkook se fuera?

Luv se dio cuenta de que doblaba las camisetas y los calcetines del chico y toqueteaba las cosas que él ya había organizado y las cambiaba de lugar, y cuando Jungkook se giraba para cogerlas, habían desaparecido.

—Lo siento —dijo Luv por enésima vez en media hora. Se alejó de las maletas abiertas para no seguir molestándolo y se puso a hacerle la cama. No tenía nada mejor que hacer.

—¿Luv?

Ella seguía golpeando la cama, alisando las sábanas y ahuecando los cojines y no miró a Jungkook cuando la llamó.

—Luv, para. Déjalo. Tengo que volver a meterme en la cama en pocas horas —dijo él.

Luv no podía parar. Necesitaba hacer algo, estar ocupada. Salió al pasillo a buscar la aspiradora para limpiar la habitación del chico. Elliott hacía el turno de noche en la pastelería para cubrir a Jungkook en su última noche en Hannah Lake y la casa estaba en silencio. No tardó en encontrar la aspiradora y un trapo para el polvo y limpiacristales.

Pasaba la aspiradora por la habitación medio vacía, cazaba las pelusas del suelo y limpiaba cualquier superficie que encontraba, hasta que Jungkook suspiró profundamente y, después de cerrar la cremallera de la última maleta, se giró y la cogió por las caderas.

—Luv.

—Dime —contestó ella mientras miraba un rincón de la pared donde la pintura parecía más clara. Había frotado demasiado.

—Suelta el limpiacristales y retrocede despacio —ordenó Jungkook.

La chica puso los ojos en blanco, pero se detuvo por miedo a estar molestando más que ayudando. Dejó el limpiacristales en el escritorio.

—El trapo también —añadió Jungkook.

Luv dobló el trapo y lo dejó al lado del líquido. A continuación, puso los brazos en jarras, imitando la postura del chico.

—Pon las manos donde pueda verlas.

Luv levantó los brazos de manera que los pulgares le tocaban las orejas y movió los dedos. Entonces se puso bizca, se llenó la boca de aire y sacó la lengua. Jungkook se echó a reír, la cogió como si tuviera cinco años y la lanzó a la cama. Después se tumbó él también y se giró de manera que tenía parte del cuerpo de la chica inmovilizado debajo del suyo.

—Siempre estás haciendo muecas. —Sonrió y le pasó el dedo por el puente de la nariz hasta los labios y luego por la barbilla.

La sonrisa de Luv desapareció de su cara cuando le tocó los labios y la pena que había intentado evitar se apoderó de ella.

—¿Qué significa esa cara? —preguntó él con suavidad al ver como la risa desaparecía de su semblante.

—Estoy intentando con todas mis fuerzas ser valiente —respondió ella en voz baja y con los ojos cerrados, mientras el chico la miraba con atención—, así que esta es mi cara valiente y triste.

—Es una cara muy triste —suspiró Jungkook.

Posó los labios sobre los de la chica, le acarició la boca un instante y volvió a apartarse. Entonces vio que la cara triste de la chica se llenaba de lágrimas que le resbalaban por debajo de los párpados cerrados. Luv lo empujó para que la soltara y se dirigió rápidamente hacia la puerta para que no se sintiera mal y no hacerle más difícil irse. Luv sabía que Jungkook se tenía que marchar, igual que sabía que quería que se quedara.

Jeon Jungkook - Máscara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora