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Todo el mundo se quedó en silencio cuando Jungkook se levantó y se dirigió al púlpito. Luv no podía respirar. A Jungkook no le gustaba que lo miraran, y ahora era el centro de atención. Mucha de la gente en la iglesia, que estaba a rebosar, lo veía por primera vez. La luz entraba por las vidrieras de colores y proyectaba estampados en el púlpito, era como si una gracia divina marcara su aparición.

Jungkook miró al público. El silencio era tan ensordecedor que seguro que se preguntaba si se había quedado sordo también del otro oído. «Qué guapo», pensó Luv. Para ella lo era, no en un sentido tradicional, ya no, pero como estaba erguido y tenía la barbilla hacia arriba se lo veía sano y fuerte con el traje de color azul marino. Su cuerpo era la prueba de su tenacidad y del tiempo que había pasado con el entrenador Kim en la sala de lucha libre. Tenía la mirada firme y proyectó la voz con fuerza:

—Cuando tenía once años, Kim Taehyung me retó a una pelea de lucha libre. —La gente de la iglesia rio, pero Jungkook ni siquiera sonrió—. Yo lo conocía porque, evidentemente, fuimos al mismo colegio, pero él era además el hijo del entrenador Kim, el entrenador de lucha libre al que intentaba impresionar. Yo había ido a los campamentos de lucha libre del entrenador desde que tenía siete años, y Taehyung también. Pero Taehyung nunca peleaba en el campamento, él rondaba por los tapices y siempre estaba en medio de la acción, pero nunca luchaba. Yo pensaba que era porque no le apetecía; no tenía ni idea de que estaba enfermo.

»Así que, cuando me retó a un combate, no supe qué pensar. Me había dado cuenta de algunas cosas, como que había empezado a caminar de puntillas y que tenía las piernas torcidas y débiles. Se tambaleaba y no tenía muy buen sentido del equilibrio. A veces se caía de golpe. Yo pensaba que era rarito.

La gente volvió a reír, pero esta vez con indecisión.

—A veces mis amigos y yo hacíamos chistes sobre Taehyung. No lo sabíamos. —La voz de Jungkook se convirtió en un susurro, y tuvo que parar de hablar para coger fuerza—. Así que estábamos Taehyung y yo. Él me arrinconó un día al acabar el campamento y me preguntó si quería pelear contra él. Yo sabía que no me costaría ganarle, pero me preguntaba si era una buena idea El entrenador podía enfadarse conmigo y, además, yo era mucho más grande que Taehyung. Era mucho más grande que el resto de niños. —Jungkook sonrió un poco y todo el mundo se relajó con la autocrítica—. No sé por qué le dije que sí. Quizá fue por cómo me miraba. Parecía esperanzado y no dejaba de mirar a su padre, que hablaba con los chicos del instituto que lo ayudaban en el campamento.

»Decidí que me tiraría con él por el tapiz, nada serio, le dejaría que me diera un par de golpes como hacían conmigo los chicos del instituto. Antes de que me diera cuenta, Tae se había lanzado sobre mí y me había cogido la pierna. Me pilló por sorpresa, pero sabía lo que tenía que hacer, así que me tiré al suelo. Él hizo lo mismo, se colocó detrás de mí, que es lo que hay que hacer, y se me subió encima. Si hubiera habido un árbitro, se habría llevado dos puntos por el derribo. Me dio vergüenza y me puse en pie. Volví a intentarlo otra vez, y esta vez con más ganas.

»Volvíamos a estar cara a cara y vi lo emocionado que estaba. Volvió a lanzarse sobre mí, pero esta vez yo estaba preparado. Le pasé una pierna por el interior de las suyas y le di un golpe con la cadera. Cayó redondo al suelo. Yo me tiré sobre él para intentar inmovilizarlo. Pero él se retorcía y levantaba la espalda del suelo y yo no podía parar de reír, porque el chico era realmente bueno y, justo antes de que su padre me apartara de él, pensé: «¿Por qué no practica lucha libre?».

Jungkook tragó saliva y miró a Mike Kim, que estaba sentado al final del banco y no paraba de llorar. Angie lo cogía por el brazo con la cabeza apoyada sobre el hombro de su marido. Ella también lloraba.

Jeon Jungkook - Máscara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora