Ser una persona agradecida

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La ventana estaba abierta, como siempre. El viento hacía que las cortinas ondearan suavemente y las persianas daban golpes contra el alféizar cuando una ráfaga de aire imprudente intentaba entrar en la habitación. No era muy tarde, pero ya había anochecido. Luv llevaba treinta y seis horas despierta y cayó en la cama muerta de sueño. Sin embargo, el sueño se veía interrumpido constantemente por ataques de llanto que hacían que le doliera la cabeza y que la dejaban sin aire.

Cuando se fueron del hospital, dejando a Taehyung en manos del personal que se encargaría de realizar la autopsia y, luego, trasladarlo al depósito de cadáveres, Luv y sus padres pasaron el día con Angie y Mike en su casa para hacer de amortiguador entre los que venían a darles el pésame y los padres afligidos. Aceptaban comida y las condolencias de la gente, agradecidos, y a cambio ofrecían consuelo. Jungkook regresó a la tienda para ayudar a su padre, y Luv y Rachel se quedaron con Ty para que Sarah pudiera estar en el hospital con Rita. Becker había huido y nadie conocía su paradero.

Angie y Mike parecían aturdidos pero serenos, y acabaron siendo ellos los que consolaban a la gente, y no al revés. Las hermanas de Taehyung también estaban allí, con sus maridos e hijos. La melancolía y las ganas de celebrar invadían el ambiente al mismo tiempo. Querían celebrar la buena vida que había tenido el chico y lo mucho que lo habían querido; sentían melancolía porque el fin había llegado sin previo aviso. Hubo lágrimas y también risas, probablemente más de las que podían considerarse apropiadas, pero a Taehyung le habría gustado. Luv también rio. Estaba rodeada de las personas que más querían a Taehyung , y el vínculo que los unía a todos los consolaba.

Por la tarde, después de que Sarah recogiera a Ty e informara de que Rita se iba a poner bien, Luv se fue a su habitación, agradecida, para que la soledad la consolara, pero, cuando por fin estuvo sola, aceptó la realidad de la ausencia de Taehyung . Los valiosos recuerdos de la vida de Taehyung le punzaban el corazón, y Luv no pudo evitar pensar en todas las palabras que él no volvería a decir, las expresiones que no adquiriría su rostro nunca más, los lugares a los que nunca irían y el tiempo que no pasarían juntos. Se había ido, y a Luv le dolía más de lo que nunca hubiera imaginado. A las nueve, se preparó para irse a la cama: se cepilló los dientes, se puso una camiseta y unos pantalones de pijama. Se mojó los ojos hinchados con agua fría y se los secó con la toalla, como si ese gesto pudiera borrar la información que le palpitaba en las sienes, pero las emociones se acumularon otra vez en ellos.

No podía dormir y la soledad solo intensificó el dolor. No encontró el consuelo que necesitaba en la oscuridad de su dormitorio. Las persianas venecianas dieron un golpe y la luz de la farola de la calle bailó en la pared de la habitación, pero Luv no se giró hacia la ventana. Suspiró y mantuvo los ojos cerrados.

Se encogió al notar una mano suave sobre los hombros, pero el miedo se convirtió inmediatamente en calidez.

—¿Luv?

Luv reconoció la mano que la había tocado. Se quedó quieta y dejó que Jungkook le acariciara el pelo con esa mano cálida y grande. Su peso la consolaba. Se giró hacia él en la estrecha cama y sus ojos se encontraron en la oscuridad. Siempre en la oscuridad. El chico estaba agachado al lado de la cama. La luz de la ventana bordeaba el contorno de la parte superior de su cuerpo y hacía que pareciera enorme sobre el fondo difuminado.

A Jungkook le tembló la mano cuando vio los ojos hinchados de la chica y su cara llena de lágrimas, y se las enjugó con los dedos.

—Se ha ido, Jungkook.

—Lo sé.

—No puedo soportarlo, duele tanto que desearía estar muerta.

—Lo sé —repitió él con voz suave y firme.

Jeon Jungkook - Máscara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora