Pegar a un matón

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—Marley me ha dicho que Rita se casa —dijo Seokjin mirando a Jungkook —. Tu ex va a dar el «Sí,quiero». ¿Qué tal sienta eso?
—Hay que ser idiota.
—¡Vaya! —gritó Seokjin, sorprendido por la vehemencia de la afirmación. Pensaba que Jungkook había superado lo de Rita, Supuso que no era así.
—Ya no estás pillado, ¿no? —preguntó Yoongi con sorpresa.
—Qué va. Pero es idiota si se piensa casar con Becker Garth.
Jimin se encogió de hombros y dijo:
—Yo nunca he tenido problemas con él.
—¿Te acuerdas de cuando me expulsaron temporalmente en noveno?
Jimin dijo que no con la cabeza, pero Namjoon lo recordó:
—Le partiste la cara a Becker. Me acuerdo. Pero nunca nos dijiste porqué.
Jungkook se puso bien las gafas de sol y se apoyó sobre el otro pie. Estaban junto a otros cientos de soldados y marines haciendo guardia en el exterior del edificio donde tenía lugar una reunión de alta seguridad del Gobierno provisional de Irak. La idea de que quizá diferentes facciones se unieran para crear un cuerpo de gobierno y que estuvieran progresando estaba muy bien, pero algunos días Jungkook dudaba que eso fuera posible. No era la primera vez que hacía de guardaespaldas, aunque cuando había escoltado a Taehyung había sido después del incidente.
—Se me había olvidado —dijo Yoongi—. No pudiste luchar en Loch Haven y el entrenador estaba cabreadísimo.
—No habría estado tan enfadado si hubiera sabido por qué motivo le pegué —contestó Jungkook con ironía. Supuso que ya había pasado el tiempo suficiente como para contar la historia sin traicionar la confianza de nadie.

Enero de 1999

Jungkook conocía a Becker Garth. Becker era alumno de último curso y todas las chicas iban detrás de él y pensaban que era guapo. Los chicos se dieron cuenta de la situación y estaban alerta. Yoongi captó la atención de Jungkook porque se dejó el pelo largo como él, y eso a Jungkook no lo le hizo gracia. Becker también tenía el pelo oscuro y por la barbilla y, cuando se lo apartaba de los ojos, se parecía demasiado a Jungkook, y eso lo incomodaba. Sin embargo, eso era todo lo que tenían en común. Becker era delgado y tenía los músculos definidos y tonificados, como los jinetes o los corredores. Medía aproximadamente un metro setenta y era grande, por eso las chicas se apiñaban a su alrededor, pero Jungkook, que por aquel entonces era alumno de primer año, era más alto. Quizá era porque le molestaba que un alumno de primer curso fuera más alto que él, o quizá era por celos, pero Becker siempre se metía con Jungkook. Lo empujaba, le hacía insinuaciones,
soltaba comentarios con sus amigos que hacían que se rieran y luego le apartaran la mirada…
Jungkook lo ignoraba la mayoría de las veces; no tenía nada que demostrar y no le molestaba tanto. Como Jungkook era tan grande y fuerte no era fácil intimidarlo y no era tan vulnerable al acoso como los demás chicos de su edad. Se consolaba imaginando a Becker en la sala de lucha libre, intentando pasar el rato con él o con alguno de sus amigos. Sin embargo, Jungkook no era la única persona a la que Becker le gustaba molestar. Era la última clase antes de la pausa para comer. Jumgkook tenía clase de Inglés y pidió permiso para ir al baño. En realidad, quería pesarse. A las tres de la tarde lo pesarían para determinar en qué categoría competiría en el combate contra Loch Haven. Cuando se había pesado esa mañana, la báscula había marcado setenta y un kilos, y él competía en la categoría de entre sesenta y tres y sesenta y nueve kilos; si superaba ese peso tendría que competir en una categoría superior. Tenía que perder dos kilos de sudor, pero llegar a los setenta y uno ya le había costado lo suyo. Cuando empezó la temporada pesaba setenta y ocho kilos y ya no le quedaba mucho espacio de maniobra ni grasa en el cuerpo para seguir perdiendo peso. Y todavía estaba creciendo. En un mes tenía el campeonato del distrito, y dos semanas más tarde, el estatal. Las próximas seis semanas serían muy duras y tendría que pasar hambre. Cuando tenía hambre, se ponía de mal humor, y el mal humor de Jungkook era malo de verdad.
Cuando entró en el vestuario y vio que estaba a oscuras soltó una palabrota. Esperaba que no hubiera pasado nada. Necesitaba encontrar la báscula. Estaba palpando la pared en busca de los interruptores cuando escuchó una voz en la oscuridad. Dio un salto del susto.
—¿Becker? —dijo una voz nerviosa. Encontró los interruptores y los pulsó. La luz definió la forma de las taquillas y los bancos. Lo que vio hizo que volviera a maldecir. Alguien había volcado la silla de Kim Taehyung medio del suelo de azulejos. Estaba tumbada sobre el respaldo, y Taehyung estaba sentado, sin poder hacer nada, con las delgadas piernas en el aire, incapaz de enderezarse o de hacer otra cosa aparte de pedir ayuda.
—¿Qué coño te ha pasado? —dijo Jungkook — Kim, ¿estás bien?
Jungkook corrió hasta Taehyung, levantó la silla y colocó a Taehyung en el asiento. Taehyung tenía la cara roja y le temblaban los hombros. Jungkook deseaba con desesperación hacerle daño al responsable.
—¿Qué ha pasado, Kim?
—No se lo cuentes a nadie, ¿vale? —suplicó el chico.
—¿Por qué? —Jungkook estaba tan enfadado que notaba las pulsaciones del corazón en los ojos.
—Por favor… no lo cuentes, ¿vale? Me da mucha vergüenza.
Taehyung tragó saliva, y Jungkook se dio cuenta de que estaba mortificado.
—¿Quién ha sido? —exigió saber Jungkook.
Taehyung sacudió la cabeza y se negó a decirlo. Entonces, Jungkook recordó el nombre que Taehyung había dicho cuando buscaba los interruptores.
—¿Ha sido Becker? —preguntó, enfurecido.
—Ha hecho como si fuera a ayudarme y entonces ha volcado la silla. Pero no me he hecho daño —añadió Taehyung, como si haberse hecho daño lo hiciera más débil—. Luego ha apagado las luces y se ha ido. No habría pasado nada, alguien acabaría viniendo tarde o temprano. Tú has venido, ¿no? —Taehyung intentó sonreír, pero titubeó y se miró las manos—. Me alegro de que me hayas encontrado tú y no toda una clase de gimnasia. Habría sido muy humillante. Jungkook se había quedado sin palabras. Sacudió la cabeza; ya ni siquiera se acordaba de la báscula.
—No suelo venir si no es acompañado, porque no puedo abrir las puertas solo —dijo Taehyung a modo de explicación—, pero Becker me ha dejado entrar y pensaba que mi padre estaría aquí. Y puedo salir solo porque la puerta se abre hacia fuera y puedo empujarla con la silla.
—Excepto cuando alguien te vuelca y te deja boca arriba —añadió Jungkook. El comentario rezumaba ira.
—Sí, exacto —contestó Taehyung en un susurro—. ¿Por qué crees que lo ha hecho? —Miró a Jungkook con cara de preocupación.
—No lo sé, Kim. Porque es un gilipollas que la tiene pequeña —refunfuñó—. Piensa que meterse con la gente que no puede o no quiere defenderse hará que le crezca. Pero cada vez se le encoge más y más, y cada vez se vuelve más capullo. Taehyung rio a carcajadas. Jungkook sonrió, contento de que el chico hubiera dejado de temblar.
—¿Me prometes que no se lo vas a contar a nadie? —insistió Taehyung.
Jungkook asintió. Sin embargo, no prometió dejar que Becker se fuera de rositas.Cuando Jungkook entró en el comedor encontró a Becker sentado en una mesa en la esquina. Estaba rodeado de gente de último curso y de chicas guapas con las que a Jungkook no le importaría hablar en otras circunstancias. Apretó los dientes y se dirigió a la mesa. No les había contado a sus amigos qué pasaba. Ellos eran luchadores y probablemente expulsarían a Jungkook temporalmente del instituto por lo que iba a hacer. No quería meterlos en problemas y perjudicar las posibilidades del equipo de ganar a Loch Haven. Era probable que aquel día no luchara, así que al final no importaría que pesara un poco más de lo que debía. Jungkook golpeó la mesa tan fuerte como pudo con los puños. Eso hizo que las bebidas de la gente se derramaran y que una bandeja vacía cayera al suelo. Un tetrabrik de leche se derramó sobre los pantalones de Becker, que alzó la mirada, sorprendido, y dijo una palabrota que se escuchó por encima del estruendo del comedor.
—Levántate —le pidió Jungkook con tranquilidad.
—Piérdete, gorila —dijo Becker con desprecio—. A no ser que quieras que te dé una paliza.
Jungkook se apoyó en la mesa e hizo un movimiento rápido con el brazo hacia la cara de Becker. Dio con la palma de la mano de lleno en la frente del abusón e hizo que se golpeara contra la pared que tenía detrás.
—Que te levantes —repitió, esta vez sin una gota de tranquilidad en el cuerpo. Becker se levantó de la mesa, se lanzó salvajemente hacia el chico y le dio un fuerte puñetazo en el puente de la nariz. A Jungkook le empezaron a llorar los ojos, el agujero izquierdo de la nariz comenzó a sangrarle. Jungkook se defendió y le dio en la boca y luego en el ojo
izquierdo. Becker gritó y cayó al suelo entre gruñidos. Jungkook lo cogió por el cuello de la camiseta y por la cintura del pantalón y lo volvió a poner de pie. Becker se tambaleó. Jungkook le había dado muy fuerte.
—Esto es por lo que le has hecho a Kim Taehyung —le susurró Jungkook al oído, cumpliendo la promesa que le había hecho a Taehyung de que nadie se enteraría de lo que Becker le había hecho. Entonces lo soltó y dio media vuelta limpiándose la nariz en la camiseta blanca, que estaba completamente manchada. El entrenador Kim, que tenía el rostro rojo de ira, se acercó a él dando zancadas. Jungkook tuvo la mala suerte de que aquel mediodía le tocara al entrenador encargarse del comedor. El chico le siguió dócilmente, dispuesto a aceptar cualquier castigo que este le impusiera. Tal y como había prometido, no mencionó en ningún momento el nombre de Kim Taehyung.

—Me caso, Luv. —Rita llevó la mano debajo de la nariz de Luv. Tenía un diamante espectacular en el dedo anular de la mano izquierda.
—Es precioso —dijo Luv honestamente, intentando sonreír y reaccionar como sabía que su amiga esperaba que reaccionara, pero tenía ganas de vomitar. Becker era un chico muy guapo y hacía muy buena pareja con Rita. Además, Ty, el bebé de Rita y Becker, tendría a sus padres bajo un
mismo techo. Pero Luv tenía medio de Becker y se preguntaba por qué su amiga no sentía lo mismo. A lo mejor también le daba miedo; algunas chicas se sienten atraídas por ese tipo de chicos.
—Queremos casarnos el mes que viene. Sé que es pronto, pero, ¿crees que tu padre nos casaría? Siempre ha sido muy bueno conmigo. Y tu madre también. Haremos una fiestecita luego. A lo mejor contrato a un DJ y podemos bailar. Becker baila muy bien. Luv recordó cuando Rita y Becker bailaron en el baile de graduación, la cara de ilusión de Rita por el nuevo romance, a Becker intentando controlar su mal genio cuando Taehyung los interrumpió y bailó con Rita un par de canciones…
—Seguro que sí. Le encantaría. A los pastores les encantan las bodas. A lo mejor podéis hacer el banquete en el pabellón de la iglesia. Tiene electricidad y hay mesas. Podríamos poner algunas flores y un tentempié, y tú llevarás un vestido precioso. Yo te ayudaré.

Y cumplió su palabra. Estuvieron un mes planeándolo todo a un ritmo frenético: encontraron un vestido que hizo que Sarah Marsden, la madre de Rita, llorara y bailara de alegría alrededor de su hija; enviaron las invitaciones, contrataron a un fotógrafo, compraron flores, hicieron caramelos personalizados para la boda, lionesas y bombones caseros, y llenaron con sus creaciones la nevera del garaje de los Taylor hasta reventar. La mañana del gran día enrollaron guirnaldas de luces alrededor de las columnas del pabellón, sacaron las mesas cubiertas con encaje blanco al césped y las colocaron de forma que rodearan el pabellón y el mismo suelo de cemento hiciera las veces de pista de baile. Pusieron margaritas en jarrones amarillos y los usaron de centros de mesa, y ataron globos amarillos a las sillas.También adornaron con margaritas la iglesia. Luv era la dama de honor, y Rita la había dejado elegir el vestido en el tono de amarillo que más le gustara. Luv encontró una pajarita amarilla a conjunto para Taehyung y el chico la acompañó al altar en la silla de ruedas. Luv llevaba un alegre ramo de flores; Taehyung tenía una margarita en la chaqueta negra del traje. Becker también iba de negro y llevaba una rosa amarilla en la solapa de la chaqueta que iba a conjunto con las rosas del ramo de Rita. Llevaba el pelo peinado hacia atrás, apartado de la cara de pómulos marcados. A Luv le recordó a Jungkook, y se acordó de su pelo, que le llegaba hasta los hombros como a un joven Adonis. Jungkook ya no tenía el pelo largo y, además, ya no estaba allí.
Ella seguía pensando en él más de lo que debería. Ya llevaba un año en Irak; de hecho, hacía ya dieciocho meses desde que se había ido para hacer la instrucción básica. Marley Davis, la novia de Seokjin, fue a la ceremonia y le contó a Luv que a los chicos les quedaban solo seis meses de servicio. Marley dijo que Seokjin le había pedido que se casara con él cuando regresara a casa; ella parecía entusiasmada con la idea. Seokjin júnior tenía el mismo tiempo que el bebé de Rita, Tyler, pero, a diferencia de este, que era clavado a su madre, Seokjin era igual que su padre: tenía la piel clara y el pelo negro y muy rizado; era una réplica más pequeña de su padre. Era un bebé adorable, feliz y sano, y ya llevaba a su joven madre de cabeza. Cuando Rita caminó hasta el altar y recitó ante Becker Garth los votos matrimoniales, y él los repitió, ambos asustados y adorables, Luv sintió que la esperanza que sentía por su amiga le invadía el corazón. Puede que saliera bien, puede que Becker la quisiera tanto como decía. Y puede que el amor bastara, que las promesas que estaba haciendo lo inspiraran y se convirtiera en una persona mejor.
No había mucha esperanza en los ojos de Taehyung, sentado al lado de Luv, en primera fila, con la silla aparcada al final del largo banco de la iglesia. Tenía la cara tan rígida como el asiento de madera; al fin y al cabo, él también era amigo de Rita y también se preocupaba, como Luv. Taehyung había estado apagado desde que Rita había dado la noticia. Luv sabía que sentía algo por Rita, pero pensaba que había superado esos sentimientos, como ella había superado lo de Jeon Jungkook
Quizá eso era lo que le pasaba a Taehyung … Luv no había superado nada, pero Rita ahora era madre y estaba atada a Becker de una manera permanente y definitiva. Sin embargo, los sentimientos siempre salen a la superficie cuando piensas que ya han desaparecido para siempre.

—Hasta que la muerte nos separe —prometió Rita. Parecía insegura, pero, aun así, estaba guapa.

Cuando Becker besó sus labios sonrientes, sellando el trato, Taehyung cerró los ojos y Luv le cogió la mano.

Jeon Jungkook - Máscara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora