El tío Kim se sorprendió al ver a Luv y a Taehyung entrar en la sala de entrenamiento el sábado por la noche. Volvió a mirar los y puso cara de confusión. Después miró otra vez a Luv con el ceño fruncido. Cuando Jungkook la vio, sentada en una lona enrollada al lado de Taehyung, sonrió, y eso hizo que Mike dejara de arrugar la frente.Taehyung tenía la atención puesta en lo que ocurría en el centro de la habitación; estaba fascinado. Luv hacía lo mismo, aunque el motivo de su fascinación era otro bien distinto. A Taehyung le encantaba el olor de los tapices, el movimiento, el posible retorno del luchador; a Luv, el olor del hombre, sus movimientos, el esperado retorno del luchador. En las últimas semanas, Taehyung ya había ido a unos cuantos entrenamientos de su padre y Jungkook, pero era la primera vez que Luv iba.
La chica intentaba no morderse las uñas, un hábito que se había prohibido a sí misma, especialmente porque se había hecho la manicura esa misma mañana, y observaba la escena y esperaba que no pasara nada porque hubiera ido. Jungkook estaba empapado en sudor. Llevaba una camiseta gris que estaba completamente mojada por la pechera y la espalda, y se secaba la cabeza desnuda con una toalla de mano. Mike Kim lo desafiaba a hacer otra tanda de ejercicios, le daba ánimos y lo corregía, pero cuando .Jungkook se desplomó en el tapiz al final del entrenamiento, el entrenador levantó la ceja y se mordió el labio.
Había un asunto obvio que lo preocupaba.
—Necesitas un compañero, alguien a quien pegarle y que te pegue a ti. Practicar los golpes no es lo mismo. Tienes que luchar contra alguien o no podrás volver a ponerte en forma… por lo menos no lo suficiente como para luchar.
»¿Recuerdas cómo se enfadó Jimin el penúltimo año de instituto porque no pudo competir hasta bien entrada la temporada? Había estado entrenando, practicando con el equipo, pero no había peleado en ningún combate y, cuando por fin peleó, la palmó. Yoongi lo inmovilizó en el torneo de Big East, y Yoongi nunca había inmovilizado a Jimin antes. ¿Recuerdas lo emocionado que estaba?Las palabras del entrenador Kim resonaron por la habitación. La alusión a Yoongi, a Jimin y a la muerte creó un eco que rebotó en las paredes. Jungkook se puso tenso, Taehyung bajó la cabeza, y Luv se rindió y se mordió las uñas. Cuando el entrenador se dio cuenta de lo que había dicho se pasó una mano por su pelo corto. Siguió hablando como si no hubiera pasado nada:
—Traeré a unos cuantos chicos, Kook. Hay unos chicos del equipo que son más grandes y podrías entrenar con ellos. A ellos les irá bien y a ti también.
—No, no los traigas —dijo Jungkook, negando con la cabeza, en un murmullo. Se levantó y empezó a meter todo su material en la bolsa de deporte—. No he venido a eso, entrenador. No te confundas, solo echaba de menos este lugar, nada más. Echaba de menos la sala, pero no voy a luchar… nunca más.
El rostro del entrenador se volvió triste, y Taehyung suspiró, sentado al lado de Luv. Ella esperó, mirando a Jungkook y cómo le temblaban las manos al desabrocharse las zapatillas. Le daba la espalda a su antiguo entrenador para no ver la reacción de este a su negativa.
—Bueno, ¿hemos acabado por hoy?
Jungkook asintió sin levantar la vista de los zapatos. Mike hizo que las llaves tintinearan en el bolsillo.
—Taehyung, ¿vas a casa con Luv? —preguntó el entrenador a su hijo, que estaba abatido.
—Hemos venido a pie. Bueno, Luv ha venido a pie, yo sobre ruedas —respondió Taehyung, intentando, como siempre hacía, reducir la tensión del ambiente a base de humor—. Pero prefiero volver contigo si no te importa. Has traído la furgoneta, ¿no?
—Yo llevaré a Luv a casa —dijo Jungkook, todavía mirándose los cordones.
No se había movido de donde estaba, agachado al lado de la bolsa de deporte, y no alzó la vista para mirar a las tres personas que estaban tan pendientes de él. Parecía tenso y con ganas de estar solo. Luv se preguntaba por qué querría que fuera con él, pero no dijo nada y dejó que su tío y Taehyung se fueran sin ella.
—Encárgate de apagar las luces y cerrar la puerta —dijo el entrenador tranquilamente.Sujetó la puerta para que Taehyung pasara en la silla de ruedas y, cuando la puerta se cerró detrás de ellos, Luv y Jungkook se quedaron solos.
Jungkook dio un trago largo a una botella de agua. La garganta se le movía mientras tragaba con ansia. Se echó un poco en la cara y en la cabeza, y se secó con la toalla, pero no hizo ademán de levantarse. Tiró de la camiseta que llevaba puesta, cogiendo la prenda por la parte de atrás del cuello con una mano, y se la pasó por encima de la cabeza, como hacían siempre los chicos. No se detuvo para que ella lo mirara, pero Luv recorrió su piel desnuda con la mirada e intentó memorizar cada detalle. El chico no lo había hecho para presumir y por eso se puso una camiseta azul casi al instante de quitarse la otra. Se calzó las zapatillas de correr y se las ató, pero seguía sentado, con los brazos alrededor de las rodillas y la cabeza inclinada hacia abajo, para no mirar vhacia las luces fluorescentes del techo.
—Luv, ¿puedes apagar la luz?
Lo dijo tan flojito que Luv no estaba segura de haberlo oído bien. Aun así, se dio la vuelta y se dirigió a los interruptores, que estaban al lado derecho de la puerta. La chica esperaba que se levantara y la siguiera.
—¿No vienes? —preguntó ella, con la mano en el interruptor.
—Apaga las luces.
Luv le hizo caso, y la sala de lucha desapareció en la oscuridad. Luv se detuvo, insegura, sin saber si Jungkook quería que lo dejara solo en la oscuridad. Pero, entonces, ¿por qué había dicho que la llevaría a casa?
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Jeon Jungkook - Máscara
De Todo> [Esta historia es una adaptación todos los derechos para la autora original]