No tener miedo a morir

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El lugar de descanso de Taehyung fue a la izquierda del abuelo Kim, que también era el abuelo de Luv. Jessica Kim, que había muerto de cáncer cuando su hijo, Mike, tenía solo nueve años, estaba un poco más allá. Rachel, la madre de Luv, tenía diecinueve años cuando su madre murió y se había quedado en casa para ayudar a su padre a criar a Mike, su hermano pequeño, hasta que este se graduó en el instituto y se fue a la universidad. Por eso la relación entre Rachel y Mike era más propia de una madre con su hijo que de hermano y hermana.

El abuelo James Kim tenía más de setenta años cuando Luv y Taehyung nacieron y falleció cuando los pequeños tenían solo cinco años. Luv recordaba vagamente un mechón de pelo blanco y los ojos azules que habían heredado sus hijos, Mike y Rachel. Taehyung también los había heredado: eran unos ojos alegres e intensos, unos ojos que se fijaban en todo y retenían todo lo que pasaba a su alrededor. Luv tenía los ojos de su padre, de un color marrón que consolaba y reconfortaba, del color de la tierra que se apilaba al lado del profundo agujero que había en el suelo.

Luv miró a su padre a los ojos cuando este empezó a hablar. Su voz áspera, que temblaba por la convicción, sonaba reverente en el aire. Luv sintió que Jungkook se estremecía al oír la sincera dedicatoria del pastor, como si sus palabras hubieran encontrado dentro del chico un lugar de reposo.

—No tenemos respuesta para todas las preguntas. No sabemos todos los porqués. Pero creo que cuando al final de nuestras vidas miremos hacia atrás, si intentamos vivirla lo mejor posible, veremos que las cosas que le pedimos que nos quitara, que las cosas por las que lo maldecimos, todas aquellas cosas que nos han hecho darle la espalda a Él o a la fe, han sido las mayores bendiciones, las mayores oportunidades para crecer. —El pastor hizo una pausa para aclarar los pensamientos. Entonces buscó el rostro de su hija entre los dolientes y añadió—: Taehyung fue una bendición y creo que lo volveremos a ver. No nos ha dejado para siempre.

Pero por ahora, los había dejado, y el ahora significaba que tendrían que pasar días eternos sin él. Su ausencia era como el agujero que había en el suelo, enorme e imposible de ignorar, pero el agujero que él había dejado no sería tan fácil de llenar. Cuando su padre dijo «amén» y la gente empezó a dispersarse, Luv cogió con fuerza la mano de Jungkook y no se movió; era incapaz de hacerlo, no podía irse, no podía darle la espalda al agujero. Una a una, las personas se le fueron acercando para darle una palmadita en la mano o abrazarla hasta que solo quedaron ella, Jungkook, Angie y Mike.

El sol acariciaba el follaje de lo árboles y creaba en el suelo sombras que parecían de encaje y cubrían con delicadeza las cabezas de las cuatro personas que se habían quedado. Angie se movió hacia Luv y se abrazaron, vencidas por el dolor de la separación y la agonía de la despedida.

—Te quiero, Luv. —Angie puso las manos sobre la cara de su sobrina y le besó las mejillas

—. Gracias por querer tanto a Taehyung. Gracias por ayudarlo y por estar siempre a su lado. Has sido una bendición para nosotros. —Angie miró a Jeon Jungkook , miró su cuerpo fuerte y la mano con la que cogía la mano de Luv. Luego lo miró a la cara, sobria y marcada por su propia tragedia, y dijo—: Siempre me ha sorprendido cómo la gente aparece en nuestras vidas en el momento exacto. Dios actúa así, así es como cuida a sus hijos. A Taehyung le dio a Fern, y ahora Luv necesita un ángel para ella. —Angie puso las manos en los hombros anchos de Jungkook. Lo miró a los ojos con honestidad, sin avergonzarse por lo emocionada que estaba, y concluyó—: Tú eres su ángel.

Luv soltó un soplido y se sonrojó. La boca torcida del chico se curvó ligeramente en una sonrisa. Pero Angie no había terminado todavía y quitó una de las manos de los hombros del chico para coger a Luv y formar un círculo. Jungkook miró por encima de la cabeza rubia de Angie e intercambió una mirada con su antiguo entrenador. Mike Kim tenía los ojos rojos y las mejillas húmedas por el dolor. Miró a Jungkook a los ojos e inclinó la cabeza, como si secundara los sentimientos de su mujer.

Jeon Jungkook - Máscara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora