Conocer a Hércules

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Al cabo de poco más de un mes, se descubrió la estratagema. Aquel día, Rita se comportaba de una forma extraña y no miró a Luv a los ojos cuando esta le entregó la carta de amor para Jungkook, que tanto había disfrutado escribiendo. Los ojos de Rita fueron directos a la mano que su amiga le había tendido y se fijó en el papel cuidadosamente doblado, como si le diera miedo. No lo cogió.
—En realidad ya no lo necesito, Luv. Hemos roto. Se ha acabado.
—¿Cómo que habéis roto? —preguntó Luv, horrorizada—. ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?
—Sí. No pasa nada, en serio. Se estaba volviendo raro.
—¿Raro? ¿Qué quieres decir? —Luv sentía que iba a ponerse a llorar, como si la hubieran dejado a ella también. Intentó que no le temblara la voz, pero Rita se dio cuenta y alzó las cejas, que se le escondieron bajo el flequillo.
—De verdad que no pasa nada, .Luv. Es un poco aburrido. Está bueno, pero es aburrido.
—¿Aburrido o raro? Porque, normalmente, ser raro no es aburrido, Rita. —Luv estaba confundida y enfadada con su amiga por haber dejado que Jungkook se le escapara. Rita suspiró y se encogió de hombros. Esta vez sí que miró a Luv a los ojos con cara de disculpa.
—Se dio cuenta de que no era yo la que escribía las cartas, Luv.
—Es que no parecían mías. — Rita acusó a su amiga con la mirada
— Yo no soy tan lista como tú.
—¿Y le has dicho que era yo? —gritó Luv, alarmada.
—Bueno… —Rita intentó esquivar la pregunta y apartó la mirada de su amiga.
—¡Dios! Se lo has contado. —.Luv sentía que se iba a desmayar en medio del pasillo abarrotado de estudiantes. Apoyó la cabeza en el metal frío de la taquilla e intentó tranquilizarse.
—Es que no dejaba de preguntármelo, Luv, estaba enfadadísimo. Me daba hasta miedo.
—Cuéntamelo todo. ¿Qué cara ha puesto cuando le has dicho que era yo? —Luv notaba cómo la bilis le subía a la boca.
—Se ha quedado… sorprendido. —Rita estaba incómoda. Se mordía el labio y jugaba con un anillo que llevaba puesto.
Luv supuso que «sorprendido» era un eufemismo.
—Lo siento, Luv. Es que quería que le diera todas las cartas que me… te… bueno, que había escrito. Pero no las tengo, te las di a ti.
—¿Eso también se lo has contado? —se lamentó, llevándose las manos a la boca, espantada.
—Eh… sí. —Rita temblaba. Se veía claramente en su bonito rostro lo triste que estaba. El altercado con Jungkook parecía haberla afectado más de lo que decía.
—Es que no sabía qué hacer.

Luv se dio la vuelta y fue corriendo al lavabo de las chicas. Se encerró en uno de los baños, se puso la mochila en el regazo y apoyó la cabeza sobre la ella. Cerró los ojos con fuerza para que las lágrimas desaparecieran y se reprendió por haberse involucrado en esa situación. Tenía dieciocho años, era muy mayor para esconderse en el baño, pero no le apetecía ir a clase de Introducción al Cálculo. Jungkook estaría ahí, y ya no sería invisible como había sido hasta entonces.Lo peor de todo era que todas las palabras eran reales, todas estaban cargadas de verdad. Pero Luv había escrito las cartas como si tuviera la cara y el cuerpo de Rita, como si su cuerpo y su sonrisa fueran de los que atraen a los hombres y encima tuviera un cerebro que los respaldara. Pero esa parte no era cierta. Era una chica pequeña y modesta, fea. Jungkook se sentiría como un tonto por haberle escrito esas cartas. Las había escrito para una chica guapa, no para Luv.

Luv estaba esperando a la salida de la sala de lucha libre. Había puesto todas las cartas que Jungkook le había escrito a Rita en un sobre grande de papel manila. Taehyung se había ofrecido a llevarle las cartas a Jungkook en el entrenamiento. El chico estaba al corriente del juego que Rita y Luv se llevaban entre manos y había dicho que sería discreto y se las devolvería a Jungkook cuando acabara de entrenar. Taehyung era un miembro honorario del equipo, el encargado de las estadísticas y el ayudante del entrenador, e iba al entrenamiento cada día. Sin embargo, no se le daba muy bien eso de la discreción, y Luv no quería empeorar la situación y avergonzar a Jungkook delante de sus compañeros de equipo, así que esperó muerta de miedo en el pasillo mientras miraba la puerta de la sala de lucha libre y esperaba a que el entrenamiento llegara a su fin. Los chicos fueron saliendo uno a uno. Algunos llevaban los zapatos colgando de los hombros, otros iban sin camiseta a pesar de que estaban a diez grados bajo cero, cada uno iba de una manera diferente. Luv, que pasó totalmente inadvertida entre los chicos, se alegró, por una vez, de ser invisible. Y entonces salió Jungkook. Era evidente que estaba recién duchado porque, a pesar de que se había peinado hacia atrás, llevaba el pelo completamente mojado. Iba con Kim Namjoon y Min Yoongi, afortunadamente. Namjoon era un chico muy dulce y siempre había sido amable con Luv, y Yoongi coincidía con ella en muchas clases y, a diferencia de sus amigos, era rarito y no le daría importancia al hecho de que Luv quisiera hablar con Jungkook. Jungkook se quedó de piedra cuando la vio y le desapareció la sonrisa de la cara. Sus amigos se detuvieron con él y miraron a su alrededor, confundidos y sin pensar por un momento que Luv fuera el motivo por el que se había parado.

Jeon Jungkook - Máscara Donde viven las historias. Descúbrelo ahora