🌊ℂ𝕙𝕒𝕡𝕥𝕖𝕣 𝕋𝕙𝕚𝕣𝕥𝕪 ℕ𝕚𝕟𝕖🌿

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Para muchos el iniciar del día siempre era encantador y emocionante.

Pero cuando no has dormido nada bien durante la noche, por la preocupación de saber donde está tu hijo, no hace que la mañana sea encantadora.

Veìkew era la madre del joven que, anteriormente fue acusado de algo que no hizo; atacar al primogénito del Jinete De Última Sombra. Desde ese día, muchos comenzaron a mirarlos de mala manera. Sus hijos habían sido molestados por los demás niños, los ignoraban y evitaban, y todo por una acusación.

Su hijo mayor no había regresado a casa esa noche. Se preocupó demasiado, al punto en el que no pudo dormir. Su compañero, Yrrìmä, trató de calmarla, pero fracaso. La mujer estaba tan preocupada que había insistido en salir a mitad de la noche en busca de su hijo, pero de nuevo, Yrrìmä trato de sonar positivo, diciéndole que tal vez estaba en casa de alguno de sus amigos. Pero ella continuo negando preocupada.

Vio la noche pasar, y el amanecer llegar. No pego ojo en toda la noche, estuvo esperando que los rayos de luz salieron para ir en busca de su hijo. O al menos, tenía la esperanza de que él volviera.

Pero no paso.

Estaba frustrada. Asustada.

Sin importarle más, fue la primera en salir del Marui familiar, y comenzó a buscar en cada lugar al que recurría su hijo con frecuencia. Y por alguna razón, tenía un mal presentimiento, el cual trataba de ignorar.

Con la esperanza de encontrarlo, se encaminó a lo profundo de aquel bosque, camino unos cuantos metros, y su cuerpo temblaba de los nervios, realmente nunca le había gustado adentrarse en ese lugar. Un horrible escalofrío recorrió todo su cuerpo, cuando noto el agua de un pequeño lado teñida de rojo, y lo que parecía ser un cuerpo tirado en la orilla. Con suma cautela comenzó a acercarse para ver de quién se trataba, estaba tirado boca abajo y la cabeza metida en el agua, una vez lo volteara con cuidado, lo reconoció de inmediato.

—...Iìtä'un... Hijo.—con terror, pasó su mano por el rostro frío del chico.—Mi querido hijo...

Su hijo, su pequeño hijo, estaba tirado desangrado en el suelo.

Con sus temblorosas manos tomó el rostro de su hijo, acariciando sus mejillas con cariño, lo movió con cuidado esperanzada de que él abriera los ojos. Puso la cabeza del joven sobre su regazo, observando la gran herida de su pecho, el cual, yacía manchado completamente de sangre.

—Hijo mío... Mi inocente hijo...—suspiró entrecortado, mientras las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos.—¿Qué fue lo que te hicieron?, ¿Cómo pudieron hacerte esto...?

Sin soportarlo más, las lágrimas comenzaron a desbordarse, mojando sus mejillas, mientras las sollozos hacían que su respiración se agitara cada vez más.

—Iìtä'un... Por favor... Abre los ojos...—sus palabras se vieron interrumpidas por los sollozos.—Vamos, despierta... Por favor hijo mío... No me hagas esto...

La presión en su pecho crecía, llorando, suplicándole a su hijo que despertará. Pronto, el grito desgarrador de la mujer resonó en aquel oscuro lugar. El echo de haber perdido a su hijo la estaba matando lentamente.

༶• 𝐍𝐚𝐲𝐞𝐥𝐢 •༶   ๑ 𝐴𝑜'𝑛𝑢𝑛𝑔 𝑋 𝑁𝑒𝑡𝑒𝑦𝑎𝑚 ๑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora