II

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Estuvimos paseando por las calles de Tenerife y de vez en cuando los chicos paraban a hacerse fotos.

Me senté en uno de los bancos que había en el paseo marítimo y me miré las manos.

Sentí que alguien se sentaba, así que levanté la cabeza para encontrarme con Gavi.

– ¿Estás bien?

Lo miré entrecerrando los ojos, extrañada.

Nunca habíamos hablado en cuanto a lo personal.

Éramos conocidos pero extraños a la vez.

– Sí. Solo estoy esperando a Pedri, ha ido a buscar helados.

– ¿Cómo llevas las clases?

Asentí sin saber muy bien que decir.

– Sé que tienen que cogerte en la Universidad, así que estarás nerviosa ¿no?

Lo miré.

Llevaba un pantalón corto vaquero, una camiseta negra y una sobrecamisa blanca.
El pelo lo tenía peinado un poco, aunque se notaba que estaba revuelto por el aire, pero no se esforzaba en peinarlo.

Estaba guapo de todas las maneras.

– Sé que no te caigo muy bien, por eso quiero pedirte algo.– dijo mirándome.

La curiosidad pudo conmigo y entonces esperé a que continuase.

– Quiero que me des una oportunidad, no nos conocemos y no me gusta que la gente me odie sin tener un motivo. Además, tu novio es mi mejor amigo, así que intentemos llevarnos bien.

Miré al frente para pensar en su propuesta.

No podía odiarle.

Pero tampoco me caía bien.

Me encogí de hombros.

– Bueno, lo intentaré.

Él me dio una sonrisa y entonces escuchamos a Pedri.

– Madre mía chaval, como estaba la cola.– dijo dándonos un helado a cada uno.

Lo miré con una sonrisa y se sentó a mi lado, dejándome a mí en medio.

Me acurruqué en su hombro y miramos las olas del mar mientras comíamos helado.

Pedri estaba cansado, así que nos volvimos temprano a casa.

Me acurruqué a él, que se quedó dormido en dos minutos e intenté conciliar el sueño, cosa que no pasó.

Me levanté y fui a la cocina para hacerme un Colacao con galletas.

Abrí la nevera para coger la leche y entonces escuché a alguien llegar.

Me sobresalté del susto y vi a Gavi en la puerta.

– ¿Qué haces aquí?– pregunté mientras echaba la leche en un vaso.

– Podría hacerte la misma pregunta.– dijo acercándose y sonriendo.

– Yo he preguntado antes.– dije mirándole.

Me sonrió y entonces habló.

– No puedo dormir la primera noche, así que venía a beber algo de agua y sentarme en la piscina. Ahora tú.

– Yo tampoco podía dormir, así que he venido a hacerme un Colacao con galletas. ¿Quieres?

Asintió y entonces preparé dos vasos.

Salimos al jardín y fuimos hasta el bordillo para sentarnos y comer allí.

Era un poco incómodo por la postura, me dolía la espalda. Pero se estaba bien.

𝐎𝐍𝐄, 𝐓𝐖𝐎, 𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄 +18 | Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora