XVIII

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Llegamos a casa y entré tirando los tacones por ahí.

Vi a Pedri subir a la habitación y me giré para mirar a Gavi.

– ¿Se puede saber qué os pasa?

– Yo que sé, pregúntale a él.– dijo acercándose.

Lo miré sonriendo y le agarré la cara.

No tardó mucho en unir sus labios a los míos.

Después sus manos bajaron a mi culo y lo apretó subiéndome la falda por el camino.

Sonreí en el beso y entonces escuché a Pedri llamarme.

Me aparté y lo miré fijamente.

– Voy a hablar con él, ¿vale?

Gavi asintió y entonces subí las escaleras.

Entré en la habitación y le vi quitándose la camiseta.

– Que pasa.– dije mirándole.

– ¿Puedes hacerme un masaje? Me duele la espalda.

Me acerqué y lo miré fijamente.

– ¿Qué te pasa con Gavi?

Me miró fijamente.

– No me pasa nada. Pero es un quejica.

– ¿Un quejica? Llevas toda la noche haciéndole sufrir tocándome y besándome sabiendo que él no puede hacerlo.

– ¿No puedo besar a mi novia?

– Claro que puedes, pero me has besado mirándole. Para fastidiarle. Y luego no le has dejado sentarse detrás conmigo.

Pedri soltó un suspiro y me miró.

– No voy a dejar que me arrebate a mi novia.

– ¿Cuando ha tenido esas intenciones?

– Siempre. Las tiene a todas horas.

Me crucé de brazos.

– Cariño, estás paranoico. Gavi viene tres veces a la semana para verme y aún sigues pensando que quiere robarte tu sitio. Aunque no entiendo por que te quejas, vosotros quisisteis esto y aceptaste que podía tocarme y besarme.

– Follasteis en la piscina una de las últimas noches y ni siquiera me avisasteis.

– Estabas dormido Pedri.

– Ya. Lo que él quería era hacerlo contigo sin tenerme delante.

Fui a hablar pero entonces Gavi entró por la puerta y miró a Pedri cruzado de brazos.

– Eres un gilipollas. No quiero quitarte a Laia, porque ambos tenemos una relación con ella. Incluso tú tienes más de ella que yo.

– ¿Vas a quejarte encima?– dijo Pedri.

– No. Eres tú el que más tiene y el que más se queja. ¿Estás celoso?

Los miré y vi a Pedri acercarse a Gavi.

Actúe corriendo y me puse en medio.

– ¿Celoso? Y una mierda.

– Ya. Entonces seguro que no te importará que me la tire sin estar tú delante.

– ¿Sabes qué? Follad todo lo que queráis.

Me pellizqué el puente de la nariz y los miré fijamente.

– ¿Podéis dejar de hablar de mí como si no estuviera delante? Estoy aquí y lo que no voy a tolerar es que habléis de mí como si fuera un objeto de vuestra propiedad.

𝐎𝐍𝐄, 𝐓𝐖𝐎, 𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄 +18 | Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora