VIII

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Narra Gavi

Dejé a Laia durmiendo en la habitación y bajé a la cocina.

Entonces la puerta se abrió y vi a Pedri entrar por esta, con una sudadera y la capucha puesta.

Levantó la cabeza y me miró fijamente.

– ¿De dónde vienes?– pregunté mirándole.

– No es asunto tuyo.

– Pedri.

– Déjame en paz

– Ven

– No pienso ir a ningún lado.– espetó.

– Joder Pedri, deja de actuar como un niño por un segundo y ven.

– ¿Actuar como un niño, hijo de puta? Te has liado con mi novia, ¿y esperas que esté tan tranquilo?

Le vi empezar a caminar hasta mí.

– Baja el volumen, está dormida.– murmuré mirándole.

– Me la pela, no quiero saber nada de ninguno.

– Joder Pedri, escúchame.

Iba a subir pero le agarré el brazo e intentó pegarme un puñetazo, pero me alejé.

– Vale, sí, ha sido una jodida cagada, pero ella no es la culpable. Me atrae Pedri, me gusta, y no puedo evitar sentir cosas, sé que es tu chica y que está muy mal, pero tú sabes bien lo que es tenerle y sentirte atraído por ella.– dije mirándole.

– ¿Y?

– Quiero salir con ella.

– Adelante, yo ya paso.– dijo mirándome.

– Ella no quiere que nuestra amistad se arruine.

– ¿Y?

– Pues que ambos la queremos. Podemos tener una relación, los tres.

– ¿Qué te has fumado, Pablo?

– Es poliamor, y no es malo. Ambos sabemos que hay cosas que yo tengo que tú jamás podrás darle, y hay cosas que tienes que yo jamás podré ofrecerle.

– Lo dicho, estás fumado.

Me apartó y subió escaleras arriba.

Tener una relación poliamorosa iba a ser una de las cosas más difíciles, y más con nuestra carrera.

Aunque obviamente los que iban a ser públicos eran ellos, porque ellos ya se sabe que estaban saliendo.

Yo me quedaría en la parte oculta de la relación.

Estaría detrás de cámaras.

Eso no me importaba con tal de tenerle.

Estaba volviéndome adicto a ella.

Y después de haberla besado, mi cuerpo se negaba a dejarla ir.

O dejar pasar lo que habíamos hecho.

Pedri era el tierno, y yo podía darle el lado rudo que necesitaba.

Pero sin Pedri no iba a hacerlo.

Aún me importaba nuestra amistad.

Subí a mi habitación y me puse a cambiarme de ropa.

Estaba tumbándome en la cama cuando la puerta se abrió.

Vi a Pedri apoyado en la puerta, mirándome expectante.

– ¿Qué pasa?

– Tengo muchas ganas de echarte de mi casa, de meterte un puñetazo y de dejarte de hablar para toda la vida.– dijo mirándome.

𝐎𝐍𝐄, 𝐓𝐖𝐎, 𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄 +18 | Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora