XXV

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Me desperté en cuanto la alarma sonó y me levanté para vestirme.

Cuando salí del baño vi que Pedri estaba sobándose los ojos.

Me acerqué y le di un abrazo.

– No era necesario que te despertases temprano cielo.

– Quería hacerlo. Quiero darle la chapa a Gavi y despedirme de ti.

Sonreí y bajamos juntos a desayunar.

Cuando terminamos le vi subir para darse una ducha y al terminar Gavi me llamó diciéndome que saliera de casa.

Cuando abrí la puerta le vi montado en un coche, grande y de color negro.

Vi a Pedri asomarse y entonces empezó a descojonarse.

– ¿En serio? ¿No había más coches menos llamativos en Gavilandia?

– Hermano, me encantaba este.

Sonreí acercándome y entonces abrí el maletero y metí las cosas dentro.

Me metí en el coche y vi a Pedri asomarse por mi ventanilla.

– Gavi, conduce con cuidadito, llevas a mi vida entera en el coche. Que no se te olvide.

– Tranquilo, voy a ir con cuidado.

Le di un beso a Pedri y después pusimos rumbo.

– ¿Puedo poner música?– pregunté.

– Claro, coge mi móvil y ponla desde ahí.

Asentí cogiendo su móvil y me metí en Spotify.

Me pasó un cable y lo conecté al móvil.

Puse "Caramelo Remix" y sonreí.

– ¿En serio?– preguntó sonriendo.

– Todo el mundo se acuerda de ti por esa canción.

– ¿En serio?

Asentí sonriendo.

"Tu boca sabe a caramelo
Si el Sol da caramelo, con ello siempre me esmero
Le gustan mañaneros, y si está lejos, la anhelo
Ella es piel canela, yo a ti te haría gemelo
Gasto lo que genero en ti, ay

Mucha maldad, pero es fina
Y eso sabe dulce como golosina
Baby, yo te juro que si fueras mi vecina
Yo pasara por tu casa siempre tocando bocina

Y me tocó perderte, estaba loco por verte
Y tuve el privilegio de poder los labios morderte
Tú eres de esos errores que uno vuelve y comete
Siempre quiero comerte yo"

– ¿Cuál vas a ponerme ahora?

Sonreí mirándole.

Llevaba una básica azul pastel y unos pantalones cortos de color negro, su pelo estaba despeinado en ambas direcciones y algo húmedo.

– ¿Estás nerviosa?

Lo miré sonriendo y asentí.

Iba a conocer a sus padres y a su hermana, no era algo como para no estar nerviosa.

– Por cierto, no te preocupes, saben lo nuestro.– murmuró.

– ¿Qué?

– Creo que era mejor que lo supieran, porque no quiero que piensen que me estabas engañando.

Me reí suavemente y asentí.

– Mientras que no lo sepa más gente, me basta. Por cierto, no podemos besarnos en público.– dije mirándole.

𝐎𝐍𝐄, 𝐓𝐖𝐎, 𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄 +18 | Pedri & GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora