Los chicos tenían entrenamientos, así que mientras ellos se iban yo me levantaba para salir a correr y así aprovechar la mañana.
Aquella mañana decidí que daría una vuelta más larga. Iba escuchando música cuando de repente sentí que la música se cortaba, cortándome el buen humor al instante.
Lo agarré de mi bolsillo y vi que quien me llamaba era mi madre. Me sorprendí un poco, pero decidí cogérselo.
– ¿Mamá?
– Laia, ¿qué tal?
– Bien, ¿y tú?
– Genial... Oye, ¿estáis bien? Es decir, los tres. Escuché que había habido movidas en la televisión.
– Sí, bueno... Hemos tenido malos momentos, pero por suerte todo se ha arreglado y ahora estamos bien. Los tres.
– Vaya. Me alegra hija. Por cierto, estaba pensando en que si os apetecía venir a los tres a cenar mañana. Tu padre se ha empeñado en encargar el sushi que te gusta y hemos pensado en que vinierais.
Miré la calle un poco dudosa. No sabía las intenciones de mi madre. Y aún seguía molesta con ella por tratarme de aquella manera el día que le dije que tenía una relación poliamorosa.
Por otra parte estaba deseando aceptar y poder ir a verles, como una familia normal y unida de nuevo.
Aunque claro, no todo dependía de mí.
Creo que supo todo en lo que pensaba porque entonces escuché un carraspeo al otro lado de la línea.
– Piénsalo ¿vale?
– Vale... Gracias por llamar...– murmuré y colgué después.
Después volví a echarme un sprint y llegué a casa.
Entré por la puerta viendo a Pedri y a Gavi en la cocina, charlando.
– Joder Gavi, mete los filetes en el pan rallado y le vas dando la vuelta.
– Pero ¿por qué?– espetó Gavi mirando a su amigo.
–Porque si se te ha antojado hacer filetes empanados tendrás que empanarlos ¿no?– contestó Pedri aguantándose la risa.
– No te rías porque te parto las piernas.
Pedri se empezó a destartalar de la risa y yo entré en la cocina justo cuando Gavi le tiraba el trapo de la cocina en la cara.
– ¿Os dejo solos y os matáis?– pregunté sonriendo.
– Laia...– murmuró Gavi acercándose a mí y abrazándome.–Protégeme, que me está haciendo bullying.
–No exageres.– contestó Pedri.– Eres tú el torpe. Si me río de ti es por tu culpa.
Los miré sonriendo y me apoyé en la encimera para poder mirarlos a ambos discutir.
–Oye, me ha llamado mi madre.
Ambos se callaron y me miraron fijamente.
– ¿Qué te ha dicho?– preguntó Pedri.
– Nada. Me ha preguntado como estamos y bueno, me ha dicho que quieren que nos pasemos mañana para cenar sushi con ellos.
– Oye, pero eso es genial cielo.– dijo Pedri con esa sonrisa que tanto me gustaba.– ¿Quieres ir?– preguntó.
– ¿Por qué me preguntas a mí? Sois vosotros los que vais a ir a casa de mis padres.
– Porque es a ti a la que trató mal nena.– respondió Gavi.
Los miré fijamente y después sonreí.
Era alucinante como siempre intentaban hacerme sentir cómoda en cualquier cosa.
Estuve callada durante un par de segundos y después los miré a ambos fijamente para asentir.
– Genial. Gavi, ya sabes que mañana toca ducha.–bromeó Pedri.
Gavi lo fulminó con la mirada y le golpeó la espalda llenándole la espalda de pan rallado.
Yo me eché a reír mirándoles y después me uní a ellos para preparar la comida.
Creo que la primera hora estuvimos más tiempos manchándonos los unos a los otros que haciendo la comida, pero después, acabamos comiendo y luego me fui a la ducha.
Salí de la ducha y me enrollé en una toalla mientras limpiaba el vaho del espejo.
– ¿Te he dicho que estás preciosa cuando sales de la ducha?
Me sobresalté y me giré encontrándome con Gavi apoyado en la pared y mirándome de arriba a abajo fjamente.
– Puede que sí me lo hayas dicho.– dije siguiéndole el rollo.
Se incorporó con una sonrisa burlona y entonces se acercó a mí, quedándose a centímetros de mi cuerpo.
Yo tragué saliva intentando no alterarme.
Aunque con Pablo Páez Gavira eso era lo más difícil del mundo.
– ¿Qué vas a hacer ahora nena?
– Iba a echarme crema y después a vestirme.– contesté mirándole.
– Déjame ayudarte...
No me dio tiempo a contestar, porque entonces le vi agarrar el bote de crema de coco de la estantería y se agachó tirando de la toalla, dejándola caer y desnudándome.
Se arrodilló mirándome con una sonrisa y entonces abrió mis piernas y se echó crema en las manos para después pasarlas por todas mi cuerpo.
Cogí aire al sentir sus manos frías de la crema acariciar mis rodillas y subir por mis muslos para seguir esparciendo la crema.
Tragué saliva al sentirle seguir subiendo las manos. Después se levantó y se acercó a mí para devorar mis labios.
Yo me enganché a su cuello y correspondí el beso.
Sus manos bajaron de mi cara a mi culo para levantarme, cogerme en brazos y pegarme a la pared.
El beso se fue intensificando y entonces cuando creí que íbamos a pasar la página, la puerta se abrió dejándome ver a Pedri cruzados de brazos.
– No es por nada, pero yo no pienso recoger las bolitas de papel que Gavi ha dejado tiradas en el suelo de la cocina.
Gavi se apartó y miró a su amigo.
– Fuera.– ordenó Pedri.
Gavi soltó un suspiro y después me dejó en el suelo con cuidado y para después salir del cuarto de baño.
Pedri se acercó a mí con una sonrisita y me agarró de la cintura.
– Me encanta fastidiarlo.
– Es malo con él.– dije poniendo mis manos en sus hombros.
– Se lo merece. Si no hubiera tirado bolitas de papel al suelo estaría aquí terminando el trabajo que ha empezado.
Me eché a reír y después me dejó allí tras un darme un beso.
Tras aquello me vestí y bajé para ver a Gavi tirando bolitas de papel a la basura y a Pedri jugando al FIFA.
Después Gavi llegó hasta él y se sentaron a jugar a la Play.
Me dejaron meterme entre medio de ambos y poder comentar las jugadas para burlarme de ellos un poco.
Aunque tampoco terminó muy bien, porque acabé comiéndome una buena de cosquillas.
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Os dejo a estos tres, que seguro que les echabais de menos je je :)
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𝐎𝐍𝐄, 𝐓𝐖𝐎, 𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄 +18 | Pedri & Gavi
Teen FictionLaia y Pedri eran un equipo, pero todo iba a complicarse cuando Gavi les acompañaba a Canarias a pasar las vacaciones con ellos. ¿Estás segura de tus sentimientos?