Madre..
Pov _____
En lo que me dedicaba a doblar la ropa de Bill y dejarla en una sección diferente que la de Gustav, podía escuchar a lo lejos los gritos y las súplicas de todos allá abajo, realmente a estas alturas no me preocupe por ello, ya que entre los gritos, también podían escucharse risas, así que era una buena señal de que no estaban discutiendo. Fue un día bastante agradable por el hecho de ver cómo los chicos podían pasar tiempo de calidad con sus madres, ya que a pesar de no verse tan seguido, debido a sus agendas, el cariño entre ellos perduraba por siempre, y al contrario, se volvía más fuerte e intenso.
El tiempo se me pasaba tan pronto, que no me di cuenta que mi teléfono comenzó a sonar en repetidas ocasiones, dejé a un lado la canasta de ropa ya vacía, para tomar el celular y revisar el contacto, mis ojos se abrieron como platos en cuanto reconocí el nombre en la pantalla, que no dejaba de vibrar. Por lo que rápidamente, tomé la llamada enseguida, escuchando el otro lado de la línea.
- ¿Mamá? ¿Qué sucede? Tu normalmente no sueles llamarme ¿Algo le pasó a mi papá?- inicie la conversación con ella, hablando con un tono de incredulidad, ya que la relación con mi madre, a pesar de no ser conflictiva, era muy distante.
-Oh, lo siento ____, me equivoque de número, iba a llamar a Daniel para salir con él, tu padre no tiene nada y ni me hables de él. Y no te dirijas a mi con ese tono, que soy tu madre. - su voz se escuchaba molesta del otro lado de la línea, probablemente haya discutido con mi padre o algo similar.
-De acuerdo, oye madre, aprovechando que llamas, solo quería decirte que no me mensajeaste por mi cumpleaños, cumplí 20 años, ¿Qué acaso no lo recuerdas?- mi voz se sentía a punto de entrecortarse mientras escuchaba su respiración fastidiada por mis palabras, ya que cada vez que hablaba conmigo, solía hacerlo con un tono de desagrado, como si el simple hecho de mi existencia le molestara. Pero ¿Eso le importaba? Claro que no, y tengo la teoría de que de haber tenido la oportunidad, no se la hubiera pensado en abortarme, lamentablemente para ella, su embarazo ya estaba demasiado avanzado para interrumpirlo, y eso nunca me lo perdono.
- Por favor, sabes que tengo mucho trabajo en la escuela como para estarme preocupando por lo que te pasa. Además ¿No fue tu tío Franchesco a visitarte? Con su presencia debió ser más que suficiente para ti.- hablaba con un tono de voz molesto, como si ya quisiera colgarme sin darme la oportunidad de hablar.
¿Cómo podía llegar a ser tan despreciable? Mi propia madre me trataba como si fuera una persona sin importancia para su vida, si les soy honesta, no puedo recordar la última vez que ella me dijera "Te quiero" o que me abrazara cuando me sentía triste o siquiera, un beso de buenas noches.-¿Sabes? A veces me pregunto el porqué me molesto en responderte el maldito teléfono, no tienes el derecho a tratarme así, ya se que nunca te importe ni un poco "madre". Incluso mi padrino se preocupa más por mi bienestar que mi propia madre ¡Tiene que ser un jodido chiste!- sin que lo notará, las lágrimas comenzaban a apoderarse de mis ojos, en lo que notaba como apenas y podía sostener el teléfono entr mis manos por los nervios. Era la primera vez que le levantaba la voz a mi madre, y no podía evitar sentirme muy asustada. Sin embargo, poco a poco ese sentimiento se volvía rabia, cuando las risas burlonas y cínicas de esa mujer se hicieron presente en la llamada.
-Pero qué estúpida puedes llegar a ser ____, seguramente Savina fue quien te metió esas ridículas ideas en tu cabeza. Pero bueno, realmente no me importa, tampoco empieces a llorar y hacer tus dramas cariño, estoy muy ocupada como para estarme preocupando por alguien tan irrelevante como tu. Así que adiós.- estaba a punto de cortar la llamada, pero simplemente mi boca me terminó traicionando.
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LA CHICA DEL DOM Gustav Schäfer y Tu
Romans¿Alguna vez has tenido delante una historia con un inicio similar a esta? La historia del rockstar solitario buscando compañía, y una fanática empedernida por el miembro de una banda distancional, pero no dejen que el prólogo los engañe. La vida pue...