«¿Dónde estoy?, ¿qué lugar es este?», son las preguntas que se hace Thabita al abrir los ojos.
Desconcertada, se levanta de la cama y comienza a recorrer la habitación; sábanas de seda, detalles dorados, un pequeño balcón, rosas de jade y un candelabro en el centro del techo, decorado con gemas que reflejan la luz que entra por el ventanal.
«¡No es cierto, no es cierto! », ese pensamiento se repite sin interrupción. Con una mueca de disgusto, no puede evitar reírse de la fastuosa situación:
—¡Esto es un mal chiste!
Se percata de que tiene un conocimiento más profundo de ese lugar que cualquier otra persona.
"La muerte de la santa", una novela que había estado escribiendo durante meses. La historia que empezó como una forma de aliviar el estrés que experimentaba todos los días. Era tan cliché que incluso decidió cambiar el final.
«¡Mierda! ¡Maldita pesadilla, soñar con esta historia mediocre!». Adopta una postura firme, frunce esas hermosas cejas en forma de ala y con un puño sobre la palma se enfoca en lo importante.
—¡Tengo que despertar!
Primero se pellizca un brazo; aunque el dolor parece real, aún no puede creerlo. Se abofetea un par de veces y luego golpea la cabeza contra la pared.
¡Pum! ¡Ouch!
—¡Duele... duele mucho!
Mientras permanece en el suelo reflexiona sobre el hecho de que se encuentra atrapada dentro de su propio libro. «Comencemos a entender por qué llegué aquí», se presiona la frente y se tortura a sí misma.
—Recuerda, recuerda, recuerda —murmura, hasta que los fragmentos empiezan a llegar—. Era martes, estaba dando clases cuando llamaron para avisarme que...
Las pupilas de la mujer se dilatan y una gota de sudor frío cae por la frente. La mirada se quiebra y el nerviosismo le invade el cuerpo. «Eli estaba con fiebre, salí corriendo hacia el hospital, me desespere... quería llegar a la guardia y cuando...cuando estaba cerca yo...yo...»
—¡NO! ¡IMPOSIBLE! —grita, mientras trata de aferrarse a algo para no caer.
Comienza a sollozar sin freno alguno, mientras los pensamientos entran en conflicto. «¡Estoy muerta!, ¿muerta?, ¿me morí? ¡Mierda, mierda, mierda!, ¡no es cierto!, ¡no puede ser!».
Por más de una hora se queda en el mismo rincón, en la misma posición. Dos horas después, las emociones se apaciguan y la mente vuelve en sí. Sin embargo, inicia una lucha interna consigo misma.
«¡Cálmate Thabita!, ¡solucionemos esto!»
—Respira, inhala, exhala, ¡piensa, mujer!
«No podemos quedarnos acá, ¡hay que volver a casa! »
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La santa debe morir// En Corrección
FantasiUna Autora que transmigra a su mediocre y nefasta novela. ¡Esa autora decide morir! -Disculpe, sensual y atractivo protagonista podría dejarme en paz. ಠಗಠ -Lo siento, debe morir al final. -Tranquilo, le ahorro las molestias. -Una pena, pero la nec...