✨🥀Capítulo 8: La expiación roja

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Ser invitado en casa ajena tiene sus beneficios, como disfrutar de comida gratuita y agradable compañía. Sin embargo, la falsa Milennia no ha probado bocado desde su llegada. Tampoco logra disfrutar de la presencia del anfitrión; la relación de ambos comenzó con el pie izquierdo.

La mujer hace una reverencia al emperador, toma su falda y le dedica una sonrisa. «Primer paso: sonreír y ser amable. Si no funciona, alegamos demencia y colapso mental. ¡Oh, gracias mamá, esos dos meses de clases de actuación hoy darán sus frutos!» Tan grácil como un ave, despliega toda su elegancia:

—Señor, ¿cómo está?

Darius levanta una ceja y la mira con desdén. «¿Puede esta persona fingir que es normal? ¡Aaaaaaah!», quiere darse la vuelta y marcharse.

Ante el silencio y la expresión de disgusto del hombre, la mujer reflexiona. «Bueno, esto no va a funcionar. En tres, empiezo a fingir el ataque psicótico: uno, dos...»

—Señora, necesito comentarle la situación en la que nos encontramos —dice el emperador, cruzándose de brazos.

El cerebro de la mujer se nubla por un momento. Se reinicia y vuelve a funcionar en cuestión de segundos. Parpadea dos veces y Milennia vuelve al hilo de la conversación:

—Por favor, tome asiento.

El nuevo cuarto se presenta espacioso, con un baño privado y una sala de estar. Mientras se dirigen hacia la mesa de té, ella aprovecha la oportunidad para consultar:

—Antes de empezar, ¿podría aclararme por qué se me asignó este lugar en particular?

—Esta habitación está contigua a la mía. En caso de cualquier eventualidad, seré el primero en enterarme.

Ella lo observa fijamente. «Está bien, maldito resentido, esto no será sencillo».

—Comprendo. Por favor, descríbame la situación.

Ambos toman asiento, colocándose frente a frente. La mujer está cruzada de piernas, mostrando una actitud relajada, mientras él permanece con los brazos cruzados, atento a cada gesto de ella.

El emperador se siente desconcertado. ¿Dónde se habrá ocultado la mujer loca y altanera?, frunce el ceño y con seriedad explica:

—Los oráculos no han emitido ningún pronóstico. Sin embargo, anoche, la región del Este fue intervenida para evaluar las consecuencias de una epidemia. La situación es grave.

—¿Qué tipo de epidemia es?

—Es la Expiación Roja.

Las pupilas de Milennia se estrechan y su semblante empalidece, no lo puede creer.

—¿Cómo puede ser esto posible?

La inquietud llena el pecho de la santa; esto es terrible. En la historia original, esta plaga diezmó a miles de personas hace unos doce años. Era un hecho que volvería a surgir, pero en los capítulos finales, previo al enfrentamiento con el jefe final. Aprovechando las batallas y las ausencias de Darius, las fronteras se descontrolarían, convirtiéndose en zonas peligrosas. El virus prefabricado habría sido insertado en el cuerpo de un niño, que a su desgracia servía a varios comerciantes de poca monta.

Los síntomas eran bien conocidos: la piel comenzaba a picar y brotaban pequeñas llagas, las cuales supuraban en cuestión de horas. La fiebre alcanzaba temperaturas superiores a cuarenta y dos grados, y las convulsiones retorcían los cuerpos hasta que al final perecían. Se le conoce como "La Expiación Roja" debido a que los genitales eran los primeros en pudrirse.

«Cuando vuelva a casa voy a ir a terapia, ¿por qué tenía que matar a todos?, ¡estás loca mujer! Obra social, ¡acá les va esta mente perdida!»

Después de un breve momento, el hombre prosigue.

La santa debe morir// En Corrección Donde viven las historias. Descúbrelo ahora