Capítulo 19: ¡No soy un niño!

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Capítulo 19

¡No soy un niño!



Los tiempos se acortan con medios mágicos. Es una pena que la falsa Milennia, no conozca de los plazos en los mundos de fantasía.

Un buen escritor no hace padecer a sus personajes de una forma tan cruel, por lo menos no en algo tan simple como el viaje por un portal.

Desde el punto de partida a caballo desenfrenado, los personajes atraviesan ocho días de recorrido. Gracias a los tótems llegan en siete horas. Lo bueno es que por una cuestión de lógica, establece que desde el punto en el que se encuentran hacia la mansión del General Javier Pillón, hay cinco horas a caballo.

Los primeros en salir del portal son Darius y Milennia. La mujer se desmayó, aferrada con fuerza a los brazos del emperador.

Tuvo un mal viaje.

Los cuatro caballeros también se descompensaron. Gracias a esas cuerdas llegaron con sus caballos, desplomándose en el primer paso, que dieron fuera de ese devastador recorrido.

—¿Estás bien? —consulta Maurice, acomodándose los lentes.

—Sí, ¿y tú? —responde el joven de cabellera rubia, con los ojos un poco desenfocados.

—Bien, pero no veo a nuestro señor.

Aún con la mano en su caballo negro, Philip voltea a observar el lugar, la mirada un poco ansiosa.

—Allí, mira. —Señala el hombre, indicando la tienda que se encuentra a unos metros de distancia.

El joven acomoda su postura, sus hombros se tensan.

—¿A dónde vas?—Lo toma del brazo, interrumpiendo su andar—. Philip, tienes que ayudarme con los demás.

—Solo voy a corroborar que estén bien —dice inclinando la cabeza hacia abajo.

Pero Maurice, pudo sentir la tensión en su voz.

—Si sucediera algo grave, nuestro señor nos informaría. —Jala un poco del brazo del muchacho, pero este no cede.

—Es solo un momento, seré breve.

—Philip, mírame. —Suspira el hombre.

El joven ladea la cabeza hacia atrás, un pequeño dejo de molestia se podía notar en su rostro.

—Lo estoy haciendo, si me soltas podré corroborar con mis ojos que está todo bien. Hecho eso, volveré a ayudarte.

—¿Qué te sucede?—pregunta sorprendido, mientras suelta el brazo del joven.

—No sucede nada.

—No puede ser...—Murmura con desconcierto, frotando con la yema de sus dedos su frente—. Ya veo, bueno lo entiendo.

—¿De qué estás hablando?—refunfuña, arqueando las cejas.

—Bueno, siempre estás atrás, y la realidad es que su belleza es majestuosa, pero nunca me imagine que tenías ese tipo de sentimientos.

El joven no se avergüenza, por el contrario lo reafirma:

—Sí, es cierto, y por ese motivo necesito saber si se encuentra bien.

—Pero, Philip. —Se acerca unos pasos y lo mira con algo de tristeza— Sabes mejor que nadie que no es correcto.

—¿Por qué no lo sería? ¿Acaso no soy un buen candidato?

La santa debe morir// En Corrección Donde viven las historias. Descúbrelo ahora