En las profundidades de una cueva subterránea, Sin Nombre reposa en un trono de piedra.
Apoya el rostro enmascarado en su mano con cierta expresión de aburrimiento, mientras sus piernas cruzadas realizan un ligero movimiento. Juega con sus delicados dedos, generando pequeños copos de nieve. Minutos después observa a Numero Uno acercarse, detiene el innecesario desperdicio de energía disipando esos cristales fríos.
—Es el momento —dice el recién llegado, con una sonrisa escondida tras la máscara negra.
—Bien, por favor procede.
El hombre extiende las manos hacia los lados, irradiando el mana azul que lo envuelve en una vibrante energía. En el aire, la matriz de Valle Escondido se revela con trazos etéreos. Sus manos se elevan en posición vertical, y la matriz se despliega desde arriba hacia abajo, como si fueran cientos de hojas finas separándose. En cada una de ellas se vislumbra una fisura única.
Con un sutil movimiento de los dedos, las grietas dispersas comienzan a unirse, encajando meticulosamente como las piezas de un intrincado rompecabezas. Con maestría, al finalizar, la matriz adopta la forma deseada con una armoniosa perfección.
—¿Qué estás esperando?
—Lo siento, faltan unos minutos.
—Ya veo, es cierto. —Se levanta del trono, acercándose a Número Uno—. Setenta y siete está ansiosa.
—Las mujeres, quieren todo de inmediato —dice con sorna.
Con el paso ligero, se acomoda a sus espaldas; la voz interferida por el hechizo es fría y dura.
—¿La persona que estás probando hizo lo que le encargaste?, una parte de que Setenta y siete lo logre depende de ello —murmura en la nuca del hombre, el aliento como el viento en invierno.
—Sí, lo hizo.
—Bien. —Se aleja para regresar a su asiento, las manos en la espalda y una sonrisa disimulada detrás de la máscara—. Los seres humanos son tan volubles; un día, son devotos de algo, y al siguiente, una cosa nueva captura su atención, olvidando lo anterior. —Las últimas palabras son un susurro, con un dejo de molestia. Al sentarse, eleva el torso, adoptando una postura recta—. Recuerda sellarlo cuando finalices esto; es una persona demasiado débil y, a nuestro pesar, lo necesitamos.
—Lo sé.
Aburrido, toma del bolsillo de sus pantalones un reloj de mano. Esperando a que llegue el decimo día tan esperado.
Este pequeño Reloj de las Estrellas Mágico, fue creado hace varios milenios por Sin Nombre. La esfera de la joya, no es más grande que una moneda. Está hecha de cristal y muestra un mapa estelar en constante cambio. Las agujas mágicas señalan la posición del sol durante el día y las constelaciones más prominentes durante la noche. Alrededor del borde, pequeñas gemas indican las fases lunares, y un sencillo ajuste astral permite adaptarse a diferentes ubicaciones o momentos del año.
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La santa debe morir// En Corrección
FantasyUna Autora que transmigra a su mediocre y nefasta novela. ¡Esa autora decide morir! -Disculpe, sensual y atractivo protagonista podría dejarme en paz. ಠಗಠ -Lo siento, debe morir al final. -Tranquilo, le ahorro las molestias. -Una pena, pero la nec...