Capítulo 15
¡Mi detestable emperador!
Era de noche cuando llegaron al palacio. La falsa Milennia no camina, ¡corre!, tratando de alcanzar los largos pasos del emperador. Los pasillos están vacíos, apenas iluminados, y el silencio absoluto envuelve al hombre.
Ella era consciente de que lo había arruinado todo. Solo esperaba no hacer cargar a Philip con las consecuencias de sus errores.
Llegan al estudio, un espacio amplio y lujoso, las paredes están adornadas con intrincados frescos que representan escenas mitológicas y heroicas, en las estanterías de roble a lo largo de las paredes, se encuentran numerosos volúmenes de libros, manuscritos antiguos y tratados de filosofía, ciencia y estrategia militar.
La rabia le hace descuidar sus modales. Darius enfurecido, abre la puerta con brusquedad y se sienta sin atender a las normas de cortesía.
Milennia, algo temerosa, se esfuerza por mantener una apariencia serena. No era de las mujeres que revelarían una expresión de derrota; sin esperar permiso alguno, se acomoda con determinación.
Se encuentran cara a cara, divididos por un escritorio, se estudian, evaluando cada gesto. Por un extenso período, el silencio llenó la habitación, sin que ninguno de los dos rompiera el mutismo.
La mujer mantiene una mirada inquebrantable, aunque su mente está en otro lugar. «Mierda, está esperando que diga algo. No quiero, no quiero», piensa para sí misma.
La puerta se había quedado entreabierta, y en ese instante una joven de cabello rubio se asoma con gracia. En sus manos delicadas sostiene una bandeja, cubierta por una campana de plata. Sin necesidad de pronunciar palabra alguna, Darius se pone de pie y pasa junto a Milennia como si no existiera. Fue entonces cuando ella se gira para observar qué había capturado la atención del emperador. Aunque no podía ver su rostro, alcanzaba a escuchar el tono peculiar con el que hablaba el hombre.
—Señorita Su, no se hubiera molestado. No era necesario que viniese hasta aquí. Podría haberlo enviado con alguien más—sugirió el emperador, mientras tomaba la bandeja entre sus manos.
La señorita Su, mira con detenimiento a la mujer vestida de hombre, ajusta su postura y eleva su pecho de manera seductora.
—Por favor, mi emperador, disculpe a esta humilde servidora por tal atrevimiento.
—Oh, no, discúlpeme. No fue mi intención. No quise darle a entender eso.
—Lamento la imprudencia. Solo quería desearle un buen descanso antes de retirarme, por ese motivo fui indiscreta.
Milennia los observaba, preguntándose qué tipo de situación se estaba desarrollando ante sus ojos.
Después de una breve conversación, la mujer se retira. Antes de hacerlo, clava su mirada en la Santa una última vez, transmitiendo un mensaje.
La mujer entendía la situación. «¡Atrás, hermana! ¡No es lo que crees, no ves que me odia!». Lo último que necesita en ese momento era enfrentar a una rival femenina por un hombre que ni siquiera le interesaba.
¿Pero quién era esta mujer? Los personajes femeninos relevantes eran escasos, mejor dicho, inexistentes. Todo giraba alrededor de Milennia y Darius, este era un hombre que no se dejaba llevar por los encantos femeninos, entonces, ¿de dónde surgió la señorita Su?
El semblante del emperador se suavizó; eso era una buena señal. Calculó que no la mataría. Quizás la encerraría en las mazmorras y la azotaría como castigo por su fuga. Mientras no se viera afectada ninguna persona inocente, podría soportarlo.
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La santa debe morir// En Corrección
FantasiaUna Autora que transmigra a su mediocre y nefasta novela. ¡Esa autora decide morir! -Disculpe, sensual y atractivo protagonista podría dejarme en paz. ಠಗಠ -Lo siento, debe morir al final. -Tranquilo, le ahorro las molestias. -Una pena, pero la nec...