Darius observa con admiración desde su estudio el exuberante jardín, donde rosas y jazmines florecen revelando una próspera primavera.
El clima inspira al romance.
Un joven apuesto acompaña a una mujer de apariencia delicada. Juntos pasean entre las flores. Compartiendo sonrisas y sin apartar la mirada el uno del otro.
Ella juguetea con mechones de su cabello suelto entre los dedos, mientras él se acerca a una distancia sugerente.
El emperador, intrigado, contempla la escena con desconcierto y curiosidad, cuestionándose qué podría estar pasando entre aquel par.
Durante la hora del té, mientras mantiene una animada conversación con Philip, recibe la noticia de que Darius la ha invitado a cenar.
Sabe que Pierina ha llegado al templo ilesa y que los oráculos no han hablado. Entonces, ¿qué quiere el emperador?, ¿ha descubierto sus intenciones?, ¿se ha percatado de sus maquinaciones?
El reloj se acerca a la hora de la cena y Milennia está inquieta.
Selecciona un vestido de entre los obsequios de Philip. A pesar de que el personaje de la santa viste de blanco, a ella no le agrada esa elección.
Pero todo tiene una justificación. Era más redituable afirmar que la protagonista tenía cincuenta vestidos identicos. Solo pensar en idear un atuendo para cada capítulo le provocaba deseos de golpearse la frente contra su exhausto teclado.
«¡Aaaaaaah!... mi teclado», una pequeña lágrima surca su mejilla.
Extraña aquella reliquia.
Ese viejo teclado amarillento es un verdadero guerrero. Han tenido numerosos enfrentamientos cuando intentaba traicionarla a mitad de la batalla.
Pero no era demasiado exigente; su escritura rara vez supera las mil palabras.
En ocasiones, discutían y lo reprendía como si fuera un niño. Cuando la ansiedad se apoderaba de ella, le daba unas palmaditas tranquilizadoras. Y si realmente lo necesitaba, le guiñaba un ojo y le envíaba un besito a corta distancia.
De vez en cuando, intentaba persuadirlo con dulzura: "Oh, mi querido y apuesto compañero, no abandones a esta humilde esclava. Si el mes próximo hay algo de sobrante en mi sueldo, te prometo unas merecidas vacaciones".
El teclado nunca le contestó.
Ella no debe extrañar su antigua vida, la mujer es conciente que no se lo puede permitir. «¡Up! ¡Up! ¡Up! ¡Anímate, vamos, este no es el momento! Sonríe... sonríe».
Con una sonrisa en el rostro, termina de arreglarse. Ha llegado la hora de encontrarse con Darius.
Al entrar en el comedor, el emperador ocupa el lugar principal, y a su lado derecho debe sentarse ella.
ESTÁS LEYENDO
La santa debe morir// En Corrección
FantasyUna Autora que transmigra a su mediocre y nefasta novela. ¡Esa autora decide morir! -Disculpe, sensual y atractivo protagonista podría dejarme en paz. ಠಗಠ -Lo siento, debe morir al final. -Tranquilo, le ahorro las molestias. -Una pena, pero la nec...