Capítulo 28

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MELANKA.

Intenté hacer que me soltara porque no quería que me tocara, no me sentía cómoda con la idea de que esta mujer creyera que podía tocarme o mirarme siquiera, debería darle vergüenza pedirme que me quede un poco más, pero sólo se retuerce e intenta controlar las contracciones, apretándome tan fuerte que bien podría culparla a ella por las manos dibujadas en mis muñecas, sí, de hecho, la culparé a ella, así me ahorraré las explicaciones incómodas con mi padre que de seguro va a preguntar cómo o cuando me las hice.

— No tienes derecho a pedirme nada, voy a irme.

Jalando otra vez, consciente de que no estaba usando la fuerza suficiente, y mi voz tampoco proyectaba muy bien el hecho de querer irme, más bien... sonaba cómo si quisiera que le rogaran un poco más antes de aceptar.

— Por favor... dame sólo unos minutos para que entiendas, para que me entiendas.

Suplicó la mujer, a mí, ya que el resto estaba sólo ahí, de pie, con los ojos muy abiertos, esperando alguna respuesta de mi parte, pero me siento paralizada, me siento... dividida.

— No te abandoné, ni a ti, ni a tu mellizo.

Voltee el rostro con violencia hacia ella, dejando de buscar algo en la mirada de Enok, cualquier cosa que me ayudara a decidir, no puedo pensar por mí misma ahora, no sé qué hacer, pero él no va a darme la respuesta, quiere que tome la decisión yo.

— ¿Mellizo?

— Soy altamente fértil, produzco dos óvulos en vez de uno, por eso me tienen aquí, por eso estoy atrapada aquí —Gritó, sosteniéndose la panza con mayor fuerza— Yo ni siquiera deseo vivir en esta mierda de lugar, no deseo hijos, mucho menos deseo que hagan lo que te hicieron a ti y a los otros.

Miré a mi papá en busca de respuestas, pero él está tan desconcertado cómo yo, no parecía conocer el hecho de que tiene otro hijo además de mí con esta mujer.

— Vamos dentro — jalándola por el brazo para que rodeara mis hombros, ayudándola a caminar— Cuando termines de parir, vas a contarme toda la maldita historia, porque a mí me buscaron y me ayudaron, y me violaron toda la puta vida, quizá mi mellizo tuvo la misma mala suerte, pero nadie lo rescató nunca, y quiero que seas consciente de que todo es tu culpa, tu maldita culpa.

— Lo sé... lo sé... yo lo siento... yo no quería hacerlo... nunca he querido hacerlo... nunca quise hijos...

Lloriqueó la mujer, dejándose ayudar, pidiendo perdón por cada paso que daba, el rostro contraído de dolor.

— A mí también me debes explicaciones — dijo papá con molestia, pasando por mi lado, cargando a la mujer entre sus brazos— Me mentiste, maldita sea, todos estos años me mentiste. Melanka, abre la puerta.

No me atreví a contradecirlo, papá estaba furioso con ella y con justa razón, por lo cual, me apresuré, más bien, corrí para abrir la puerta y mantenerla sujeta mientras pasa bajo el umbral y a regañadientes le pregunta por la habitación, siguiendo sus indicaciones.

Conquistando al desastre +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora