Capítulo 42

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MELANKA

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MELANKA.

Desperté un tanto... molesta.

Digamos que madrugar nunca ha sido muy lo mío, y hoy, con toda la sutileza existente, las sirvientas me despertaron, mientras abren las cortinas de par en par para que el agradable (odioso) Sol me diera de lleno en la cara.

Soy tan feliz por ese gesto de amabilidad (Odioso. Repito).

Ni siquiera me molesté en vestirme, usé la misma camiseta de Enok que él amablemente dejó colgada en la manija de la puerta con una nota con mi nombre, y le robé unas pantaletas a Nero para que no se me vea el culo, robé también un par de calcetines y ya entonces fui a lavarme la cara, usando un lápiz para sujetarme el cabello, dejando el cuarto para ir a desayunar.

— Oh ¿Me estaban esperando?

Observando a las tres mucamas que al parecer esperaban con paciencia fuera de mi puerta, irguiendo su postura apenas me vieron salir.

— Sí. El señor pidió que no se vieran antes de la ceremonia porque es de mala suerte, su familia la espera en el otro comedor.

— ¿Tenemos otro comedor?

— Tenemos diecisiete, señorita.

Aclaró una de ellas, comenzando a caminar.

Vivo aquí y ni enterada de que teníamos tantas mesas dónde comer ¿Por qué necesitaríamos tantas?

Seguí a las sirvientas por pasillos y escaleras que no había pisado en mi vida, todo siempre pulcro y limpio, casi parece que estamos alejándonos lo máximo posible del lugar habitual dónde solemos pasar el tiempo, Enok realmente se está esforzando por cumplir las tradiciones de mala suerte, quiere que tengamos un buen matrimonio.

Las puertas dobles de cristal dieron paso a un bonito invernadero (Del que tampoco tenía conocimiento) mi familia estaba sentada en una mesa extensa de madera, con asientos de mimbre y blandos cojines blancos, lámparas finas cuelgan del techo, los rodea la cantidad impresionante de diferentes especies de flores de este lugar, huele dulce y no sólo por la comida que se está sirviendo, el aroma de las flores tiñe de dulzura hasta el ultimo rincón de este lugar.

— ¡Hoy es el día, hermanita!

Saludó Liam, poniéndose de pie de un salto, señalando el asiento vacío a la cabecera, es extraño estar sólo nosotros otra vez, mamá, papá, Liam, Noah, Oliver, y ahora las pequeñas gemelas Elena y Emilia, cada una en su sillita de bebé, durmiendo.

— ¡Hoy es el gran día! — chillé emocionada— Que bonito es este lugar, no tenía idea de que teníamos algo así en el castillo.

— No lo teníamos — dijo la ama de llaves, tomándome desprevenida— El amo planeó cada rincón de este lugar cómo regalo para usted, se esforzó en tenerlo listo para dárselo cómo regalo de bodas, tiene incluso un lago artificial, cuarto, biblioteca, cocina... es cómo una casa, tiene todo lo que podría necesitar.

Conquistando al desastre +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora