Capítulo 41

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MELANKA

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MELANKA.

Saqué medio cuerpo por la ventana de la limusina que compramos con los trillizos, moviendo la mano, animada, despidiéndome de mi sexy futuro esposo, de Nilak y de mi bebé mayor, es de noche y ya estamos todos listos para una increíble despedida de soltera... con seis autos llenos de escoltas siguiéndonos, exageraciones de Enok, por supuesto.

— ¡Mete el cuerpo, carajo! ¡Cuida a nuestro hijo, Melanka! — gritó el Capo, casi perdiendo la cabeza— ¡Y no bebas nada de alcohol!

— Cálmate hombre, ella sabe cuidarse.

Le dijo Nilak, tratando de calmarlo, recibiendo cómo recompensa una mirada furiosa de mi hombre.

— ¡Va con un montón de incompetentes! Y definitivamente no sabe cuidarse.

— ¡Cállate el hocico, cuñado!

Gritó Liam, carcajeando con ganas al ver cómo lo miraron, sabe que vivirá y se aprovecha de eso.

— Tendrá un infarto joven el hombre — mencionó Nero, moviendo la cabeza, negativa— Se enoja demasiado pronto.

— ¡Adiós guapo! ¡Nos vemos mañana en la ceremonia! —entrando el cuerpo— Rápido, vámonos, vámonos antes de que venga a buscarme.

Las copas y la champaña no se hicieron esperar, la música sonó a todo volumen y bajamos las ventanas para que el aire nocturno nos diera en la cara, la noche promete diversión, y yo quiero de lo que sea que me ofrezca.

— No, no, no ¿Dónde crees que estás poniendo la boca?

Me regañó Liam, quitándome la copa de champaña que estaba a punto de beber.

— Era para que la pasaras, hermana.

Dijo Noah, entregándome otra copa con... champaña sin alcohol. Aburridos.

— Yo bebía estando embarazada de Charlie.

Señalé.

— ¿Y te aplaudimos por eso o ya podemos golpearte? — aportó Neil, no mucho más feliz que los Bennet— No se bebe en el embarazo, lo tienes prohibido.

— ¡Pero yo quería emborracharme! —Protesté, haciendo una pataleta— Nadie me dijo que no podía beber si estoy embarazada.

— ¿Lucas nunca te dijo nada cuando bebías estando en la guerra?

Oliver fue cuidadoso en plantear su pregunta, temeroso de que pudiera molestarme por ello.

— No lo dejaba estar ni a tres metros de mí, así que no decía mucho, le importaba demasiado su reputación cómo para gritarme frente a nuestros camaradas.

Encogiéndome de hombros.

— Bueno, aquí nada de alcohol para ti — sentenció Nero— Hay que cuidar a nuestro sobrinito.

Conquistando al desastre +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora