Capítulo 29

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MELANKA.

Jadee incapaz de mantener la boca cerrada, Enok mantiene mi rostro pegado al vidrio oscuro, mis manos se sujetan a la superficie fría para no perder el equilibrio, mientras su rodilla se encarga de frotar mi centro una y otra vez, acariciándome suavemente la cintura con esas manos rasposas y grandes suyas.

Su boca recorre mi cuello, propinando una lamida plana antes de encajarme los dientes hasta hacerme soltar un gritito, de dolor que repercutió directo en mi entrepierna, empapándome dolorosamente por las sensaciones que recorren mi cuerpo, irguiéndome los pezones que se frotan continuamente con la superficie en la que estoy recargada.

— Shh... mujer, nos están observando...

Murmuró lo suficientemente cerca de mi oreja para rosarme los labios, enviando una serie de escalofríos que me remeció de punta a punta.

— Entonces llévame a un cuarto — respondiendo en el mismo volumen— Porque si continúas haciendo esto, me voy a correr.

Advertí en volumen bajo, jadeante, observando cómo efectivamente los sujetos vestidos de negro en el pasillo se duplicaron, algunos sonrojados hasta las orejas, con un claro problema en los pantalones.

Asqueroso.

— Esa carita de placer quiero reservarla sólo para mí — atrapando el lóbulo de mi oreja entre sus dientes, tirando con sutileza— Espero que estés lo suficientemente húmeda, porque muero por estar dentro de ti. Vamos.

Cargándome cómo si fuese una muñeca, girándome en dos segundos, y en dos más, ya estaba entre sus brazos otra vez, continuando el recorrido hacia una de las habitaciones, cerrando la puerta con el pie, sin dejar de caminar hasta la cama perfectamente estirada que nos esperaba.

— ¿Marcar territorio era necesario?

— Las mujeres son presas, trofeos, cosas — recostándome de espaldas en la cama, trepando sobre mí— Creen que pueden tener a cualquiera sólo porque la reclamaron primero, y si la desechan, le dan paso directo al siguiente hombre, así tratan a las mujeres aquí, y yo quiero dejar muy en claro que si te miran más de cinco segundos siquiera, voy a arrancarle la garganta a todos, porque yo te marqué primero y no pienso compartir.

Apoyando su mano en mi entrepierna, apretándome con fuerza, frotando su dedo medio justo sobre mi hendidura, cómo si se supiera mi cuerpo de memoria, cómo si no fuese necesario tenerme desnuda para saber exactamente dónde tocar y dónde volverme loca.

— Tus arrebatos violentos y posesivos deberían darme miedo, eres una red flag andante.

Moviendo la cabeza hacia un costado, permitiéndole besarme el cuello todo lo que quisiera, mientras su dedo continua frotándose con fuerza contra mi sexo, provocando que el placer doloroso se acumule en mi vientre bajo y me haga temblar de la expectación.

Conquistando al desastre +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora