Capítulo 16

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MELANKA

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MELANKA.

— Sube el vidrio y conduce lento hasta el castillo.

Ordenó Enok antes de abalanzarse hacia mí otra vez y robarme el aliento con sus besos expertos, mientras sus manos me recorren la piel, y jadea desesperado, como si yo fuese lo único que podría saciar su sed ahora.

No sé en qué momento las cosas se descontrolaron tanto, mi cuerpo no se está moviendo por voluntad propia, se está moviendo al compás de su cuerpo, pero entonces... se calmó.

Su frente se apoyó contra mi hombro y rodeó mi cintura con tal fuerza que no fui capaz de moverme de mi posición, puedo sentir cómo el calor de su cuerpo traspasa su ropa, respira largas bocanadas de aire, jadea, y eso no hace más que quebrar la poca cordura que poseo, me tiemblan las manos por tocarlo más, por tener más de él.

Es la primera vez que deseo algo en mi vida, y quiero que se me siga permitiendo hacerlo.

— No te detengas... por favor...

Me las arreglé para articular, aferrándome a su ropa, sintiéndolo pesado grueso, ahí, apretado baño mi peso, me desea, pero... no entiendo por qué se detuvo.

— No iba a parar, es sólo que, si lo hago sin pensar, podría lastimarte, intento mantener el control.

La que jadea con desespero ahora soy yo, aferrándome con más fuerza, moviendo las caderas.

— Estoy tan húmeda, que aunque quisieras, no podrías lastimarme...

Susurré cerca de su oído.

Sus manos se tensaron a mi alrededor, y levantó la cabeza lentamente, buscando mis ojos, analizando la expresión de mi rostro, mirándome con detenimiento por todas partes, buscando la mentira.

— Te deseo — le aclaré— No hay una sola parte de mi cuerpo que discrepe con ello.

Un ligero asentimiento dio paso a una serie de besos que me hicieron hervir la piel, sus labios rozaron mi mandíbula, dibujando un camino por mi cuello, tirando de la chaqueta hasta lanzarla hacia el piso, deslizando el tirante de mi top por el hombro para poder besarme ahí también, y un escalofrío de anticipación me recorrió la espalda.

No fui capaz de esperar más, yo misma llevé mis dedos torpes y temblorosos a mi short, me quité las zapatillas y, levantándome de encima, me quité la ropa de cintura hacia abajo, viendo cómo él se apresura a abrirse el pantalón para liberar su verga ansiosa y brillante en la punta, colocándose un condón antes de extender sus brazos hacia mí y asentir.

No dudé en montarlo otra vez, sujetar su pene y dejar caer mi peso sobre él con lentitud, saboreando el momento.

Estaba por llegar al final cuando el maldito chofer pasó sobre un bache, eso fue suficiente para que el brinco y el descenso empujara a Enok hasta la empuñadura dentro de mí, corriéndome dolorosamente rápido, estrujándolo en mi interior.

Conquistando al desastre +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora