Capítulo 14

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MELANKA

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MELANKA.

Antes de ir hacia la biblioteca, Enok hizo una breve parada por la cocina para que nos enviaran unos refrigerios, pidió dulces y yo sé que lo que pidió exactamente no le encanta, quizá lo hace por mí, podría ser, está siendo excepcionalmente amable y podría acostumbrarme a esto.

Me da miedo acostumbrarme a su amabilidad y que luego me arrastre lejos, no sé si siempre va a ser así y estoy muy confundida al respecto.

— Enok... quiero una de esas...

Señalando sutilmente unas brochetas con cosas redondas, tres para ser específicos, rosa, blanco y verde, se ven deliciosos y especiales, y a mí me gustan mucho de esos.

— Traigan un plato de estos también a la biblioteca.

Dijo Enok, estirando una mano para tomar una brocheta y entregármela.

— Son dangos, te van a gustar — girando para ver a la jefa del área de cocina— Aumenten la producción de dulces, a Melanka le gustan, que todos los días haya algo diferente.

— Sí señor, me encargaré personalmente.

Reverenciándolo.

Este ni siquiera dio las gracias antes de abandonar la cocina y emprender camino hacia la biblioteca para enseñarme a leer y escribir, espero aprender rápido para no ser un estorbo... o espero ser más bien lenta para aprender, así pasaré más tiempo con él.

— ¿De qué te ríes ahora? — frunció el ceño, mirándome— ¿Tienes algún otro problema mental que no me hayas dicho? ¿Debería hacerte un chequeo?

— Tener TDAH no cuenta como enfermedad mental, sólo veo el mundo de una forma diferente, más colorida y llena de sonidos, más distracciones, más cosas que quiero conocer, bruto.

Abriendo la boca para probar los dangos.

— Oh por Dios...

Llevándome uno completo a la boca, se me dificulta masticar, son más bien chiclosos, pero ¡El sabor! ¡Saben muy bien!

— ¡Tienes que probar esto!

Tomando uno con los dedos, metiéndoselo a la boca antes de que protestara, cubriéndole la boca con la mano para que se lo comiera y no lo escupiera.

— ¡Están tan ricos! Nunca comí algo así.

Emocionándome, ya quiero que lleven los otros para poder seguir comiéndolos.

— Eres tan bruta, Melanka... — fue lo primero que dijo antes de quitar mi mano de su boca— Pero sí, saben bien, es sólo comida, no sé para qué te emocionas tanto.

— Son cosas que no había comido nunca, claro que me emociono.

Respondí, frunciendo el ceño.

— Entonces no te emociones tanto, porque los comerás seguido, y si encuentras algo por ahí que te guste, me avisas y los mando a preparar, así de sencillo, no tienes que emocionarte por cada pequeña cosa.

Conquistando al desastre +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora