Capítulo 32

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ENOK

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ENOK.

Intenté mantener la calma, esperando el resultado, a pesar de que los celos y la rabia me comen vivo, no me hace gracia que mi mujer espere hijos de otro hombre, pero no la culpo ni le reprocho nada, ninguno de los actos sexuales que llevó a cabo durante estos tres años que estuvimos separados fue consensuado, y puedo notar los nervios en sus facciones, está sentada en el piso, tiembla ligeramente, abrazándose a sí misma en un vano intento de detener el incesante movimiento, mordisqueándose la uña del pulgar derecho, la vista perdida en algún punto, y su mente en otro lugar, está aterrada de que salga positivo, no quiere tener nada que ver con su maldito esposo, y esto sólo la hace recordar esos malos días, todos esos que se acumulan y apilan en su memoria.

— Melanka, da igual el resultado, no tendrás que pasar por el embarazo de nuevo, no estés tan nerviosa.

Intenté tranquilizarla, tomando asiento en la tapa del inodoro, ignorando los test que me hacen burla desde el mueble, lo más probable es que revelen lo que ya sabemos, tiene todos los síntomas, investigué.

— Pensar que una... cosa de él crece dentro mío — apretando la camiseta con fuerza sobre su estómago— Me da nauseas — se sinceró— Me da asco pensar que un hijo suyo crece aquí.

Enredando los dedos de su mano libre en el cabello, su rostro palideciendo rápidamente después.

— De ser el caso, nos desharemos de esa cosa a primera hora de la mañana, te di mi palabra, me haré cargo.

— Quiero vomitar de nuevo, quiero... necesito vomitar.

Rápidamente abandoné mi posición y levanté la tapa dónde estaba sentado, sujetándola cuando llegó hasta aquí y se dobló sobre el inodoro, intentando vomitar, arcada tras arcada, pero nada salía, ya no le queda nada en el estómago, no ha comido y claramente está débil, su tez no es la de una persona sana.

— Ugh... maldita sea... — empuñando su mano, golpeándose el estómago— Maldita sea, puta mierda, yo...

Sujeté sus brazos para que dejara de hacerse daño, sus golpes le abrieron la herida y rápidamente empapó el costado de la camiseta, si le duele, no lo demuestra, pero a mí me destroza verla en este estado, me hace imaginar cómo lo pasó cuando se enteró de Charlie y yo no estuve ahí para ella, quizá hizo todo esto, sufrió así y más, pero nadie la contuvo, nadie le tendió una mano, ella estuvo... sola...

— Nos desharemos de él si está ahí, por favor, no te lastimes, no sacarás nada con eso.

— Si rompo el cascarón, se lastimará lo de adentro, tiene que funcionar, tiene que...

— Melanka, cállate — perdí la paciencia— Por favor deja de decir tantas estupideces, llevándola conmigo hasta la pared, tomando asiento con ella entre mis piernas, sujetándola bien por los brazos— Lamento ser brusco contigo, pero eres... — suspiré para no decir lo que pensaba, no le servirá de nada ahora— No sirve de nada que te hagas daño, dije que lo solucionaría.

Conquistando al desastre +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora