Capítulo 40

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ENOK

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ENOK.

Repiquetee la madera de mi escritorio al borde de perder la consciencia, faltan exactamente quince días para la boda, Melanka decidió darme en el gusto y visitar un especialista al día siguiente de nuestras mini vacaciones para poder concentrarse en todo lo que debemos hacer, yo me sentí feliz, porque así dejaría de escuchar su molesta voz interrumpirme cada vez que intento decir algo importante, ponerle fin a su desorganización e impulsividad, que pudiera concentrarse, carajo, creí que sería bueno para ella, y quizá lo es, pero definitivamente no es bueno para mí, nada bueno.

Miré con molestia a la mujer frente a mí, lleva cuarenta minutos muy enfocada, repasando la lista de invitados, tachando y escribiendo con letra pulcra y organizada, decidiendo dónde va a sentarlos a todos para hacer las tarjetas de las mesas, está muy concentrada, ni mi presencia la perturba y eso me... me perturba, joder.

— Melanka ¿No te quieres tomar un descanso?

Pregunté casi de mala gana, yo no puedo concentrarme si ella se concentra tanto, esta no es mi niña de la selva, me la cambiaron.

— No, tranquilo, quiero terminar esto primero, me faltan unos cien invitados todavía, pocos comparado a todos los que vendrán, pero tú tranquilo, ocúpate de tus cosas.

¡Hasta habla bien! y la maldita come con cubiertos todo lo que le dan, ya no usa las manos ¡Esta no es la mujer con la que decidí casarme!

— No puedo con esto, lo siento.

Poniéndome de pie, jalándome de los pelos, paseando de un lugar a otro.

— ¿No puedes con...?

Mirándome extrañada, dejando sus papeles a un lado, dándome su atención.

¡Dándome su atención!

¿Cuándo ella me da su completa atención? ¡Nunca!

— Contigo, joder.

Frunció el ceño, mirándome mal. Eso significa problemas.

— ¿Qué tengo de mal ahora?

— ¡Todo! — estallé— Comes con cubiertos y te concentras, estás quieta por demasiado tiempo, y me dejas hablar en vez de interrumpirme — mirándola como si hubiese cometido el peor error de su vida— Estás todo el tiempo tranquila y centrada, hablas cómo una persona normal y civilizada ¡Eso me perturba! Eso y mucho más.

Se puso de pie con los brazos cruzados, moviendo las caderas para venir hasta mí, lleva el entrecejo fruncido y sé que debe estar furiosa conmigo.

— Estoy esforzándome por ser normal, no quiero avergonzarte, por eso comencé a tomar mis medicinas.

— ¿Y a quién mierda le importa lo que es normal? No me avergüenzas, joder, tu falta de cerebro es tu mayor encanto, me importa una mierda si dejas de tomar tus medicinas.

Conquistando al desastre +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora