- ˗ˋ୨LA OFICINA୧ˊ˗ -

0005 > Vino

Sus ojos brillaban a la luz de los rayos del sol
Pero su rostro no demostraba felicidad, si no enojo.

— ¿Por que mierda quieres que sea tu maldita perra? Ya tengo novio, no necesito otro. —

— Nunca dije que serías mi ""perra""...solo dije que quiero que seas alguien especial. —

— Es lo mismo solo que más vulgar, Spreen. —

— ¿En serio? Perra es la hembra de un perro y alguien especial es alguien que te gusta pero no sé lo puedes confesar. —

Juan suspiro pesado
Le arta estar aquí combatiendo con su propio jefe que se estaba declarando a el, al menos, supo lo que su jefe quería en verdad.

Spreen recostó su cabeza en el hombro de Juan, el castaño estaba nervioso y tenía sus mejillas ruborizadas

Sentía algo por Spreen, no podía ocultarlo, tarde o temprano todos sabrían que el en verdad lo amaba y que queria estar con el pase lo que pase, sus sentimientos hacia la persona que es más idiota tendría sentido, pues es la forma de expresarse y el carácter que tenía
Era lo que Juan, más admiraba de su Jefe.
Su forma de ser y como expresarse a casos que básicamente, una persona normal diría "perdón por todo esto" o algo parecido a lo ya dicho

— Tengo que irme. — se levantó de la silla dispuesto a irse, pero su muñeca fue sostenida fuertemente por Spreen sentando lo lentamente en la banca- ok, no me voy entonces

— Mmj — hizo un sonidito para decir que si a lo que Juan estaba diciendo.

Le dedicó una sonrisa al mayor quien rápidamente rodó los ojos ""disgustado"" por lo que había hecho
Era una ""estupidez"" las cosas que estaba haciendo, no podía liberar sus gritos de amor hacia Spreen por la simple razón de que ya tenía a alguien en su corazón

— Mira Spreen, ambos tenemos responsabilidades por delante y yo tengo una casa a la cual volver, ¿Ok? ¿Entonces me dejas ir? — el menor asintió con la cabeza y Juan sonrió victorioso y se levantó de su asiento- Okey, adiós

— ¿A dónde vas? —

— Pendejo ¡Pues a mi casa! — grito.

Spreen se acercó a Juan sosteniendo lo de la cintura, haciendo que las mejillas del de baja estatura empiezen a ponerse más rojas y sentirse ardientes

— ¿No quieres que vaya contigo? Roier no va estar en casa por su capricho y no quiero estar solo. . . —

— E-esta b-bien. —

Juan puso sus manos en el pecho de Spreen presionando disimuladamente estos mismos, sin pensarlo, beso a Spreen rápidamente recibiendo solo una mirada intrigada del más alto

— ¿Que fue eso? — Spreen sonrió pícaro.

— Solo c-callate y llévame a m-mi casa.

Spreen rió burlesco y asintió con la cabeza, bajo sus manos hasta las caderas de Juan y le dió un suave y tierno beso en la comisura de sus labios