0046 > Color vino.

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La sangre se desbordaba por su copa de vidrio, haciendo que el contrario se sienta repugnado ante tal escena grotesca.

— ¿Que necesidad tienes de beber la sangre de otras personas? — hablo, gruñendo disgustado.

El hombre frente a el apretó los puños disgustado por su comentario “fuera de lugar”

— Vitamina. — hablo entre dientes, bebiendo un poco más de su copa. — Es vitamina para mi cuerpo.

El hombre de ojos miel sonrió con un poco de burla, bebiendo más del líquido encerrado entre el vidrio de su copa. En una reunión tan seria, peleándose por cosas tan innecesarias.

— Juan y Spreen no deberían tardar en darse cuenta que los están siguiendo, ese empresario tiene un fetiche con los chicos mayores a el, ¿Eh? — dijo, riéndose entre dientes. — Si Roier hubiera visto hasta donde ha llegado este par de idiotas, no lo hubiera creído ni siquiera si le mostrabamos un vídeo con todas las evidencias.

Roier estaba casado por conveniencia, ¿Que sentido tiene estar llorando por Spreen? — dijo uno de camiseta negra, inhalando una línea. — Seguro a este punto ese híbrido de pato está muerto y revolcándose en su tumba, al igual que ese otro chico bajo que reveló los crímenes de Spreen.

Tosió, hablando con voz ronca después de haber consumido tantas líneas. Planeaban matar a Juan para quedarse con el premio mayor que era Spreen.
El híbrido de oso estaba siendo vendido por la subasta de 500/quinientos millones de dólares, y esos mafiosos querían ese dinero, porque sabían que Juan era lo único a lo que Spreen se aferraba con tanta hambre y deseo.

— ¿Que tanto hacen, caballeros? — dijo una mujer de vestido rojo, trayendo consigo fotografías entre sus dedos. — Conseguí la evidencia del asesinato de Roier y el de su amante, al parecer, la sangre que se ve en la pared, parecía indicar un asesinato con un arma de fuego. — dijo la mujer ya un poco mayor, el hombre a su lado expulsó el humo hacia su rostro, riéndose macabro.

— ¿Y eso que tiene que ver, mujer? Estamos buscando a ese maldito oso de mierda, no a su puto marido muerto. — la mujer frunció las cejas.

— ¿Cómo qué que tiene que ver? Tiene mucho que ver, ese tal oso de mierda es de mi raza y mi familia, no puedo dejarlo así como así. — dijo, suspirando profundamente.

Está noche no iba a ser fácil para ninguno de los tres mafiosos, y mucho menos para Spreen y Juan.

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El castaño de gafas redondas estaba en carro, cargando combustible mientras Spreen vigilaba a su alrededor por si venía algún policía.

— Se ve que tienes buenos reflejos y una linda vista. — dijo Juan, dejando a un lado lo que estaba haciendo para mirar en dirección a Spreen.

— Comía muchas zanahorias. — bromeó, chasqueando la lengua.

— Digno de un idiota. — respondió el castaño.

Spreen se acercó a el, sosteniendolo del mentón con agresividad, apretando sus dedos alrededor de la parte nombrada.

— No hay mucho que puedas hacer en este estado tan bonito en el que te encontrás. — dijo, enarcando una ceja.

— Suéltame porque no tienes ningún derecho de sostenerme ni decirme nada. — demandó Juan, sosteniendo al más alto de la muñeca, apretándolo con fuerza al igual como lo hizo Spreen con el.

— ¿Y que? ¿Vas a llorar por tu hermanito? — dijo, riéndose.

Juan le dió una bofetada, mirándolo con molestia.

— Chúpame los huevos. — dijo, apartándose de el para guardar el combustible en la parte trasera del auto, cerrando la cajuela.

Spreen se acercó a Juan, rodeando al castaño con sus brazos venosos, mordiendo y besando con la boca abierta el cuello de Juan.

— Aún seguís oliendo a vainilla... — dijo el pelinegro, sonriendo levemente contra la piel de Juan.

— Deja de decir tonterías. — miro a Spreen a los ojos.

— ¿Que clase de “tonterias”? — sonrió coqueto.

El castaño más bajo rodó los ojos, agarrando un mechón del pelo de Spreen para acercarlo y besarlo profundamente, virtiendo toda la pasión en el beso, el pelinegro, con desesperación, abrió la puerta trasera del auto, metiendo a Juan para subirse encima de el siguiendo con su sesión de besos apasionados y bruscos.
Juan jadeo pesadamente, gimiendo suavemente mientras Spreen lo besaba por el pecho hasta su mejilla.

— ¿Que piensas hacer si algún día te encontrás en tu cama y me ves encima tuyo? — pregunto Spreen, quitándose la camisa mientras lo hacía.

— Primero muerto antes que verte encima de mi en la mañana. —

— Que raro, antes decías que deseabas que te folle todos los días de la semana. — rió.

— Mis gustos cambian. — Spreen agarro a Juan del pelo, acercándolo para morder su labio.

— Pero nunca me cambiarías, ¿Verdad? — sus pupilas se pusieron afiladas.

El castaño trago saliva duramente, temblando ligeramente ante la expresión tan necesitada y animal de Spreen, algo en su interior le exigía seguir con este juego, pero notando los ojos del menor, algo le empezaba a decir que no.

— Supongo que no tengo muchas opciones, ¿O si? — bromeó nervioso.

Spreen estaba deseando hacer de este hombre un desastre de gemidos y fluidos pero, tenía que controlarse, de lo contrario terminaría espantando a Juan más de lo que ya estaba por el.

Esperaría una eternidad solo para tener a Juan a su merced.

Solo para el...

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⏰ Última actualización: Dec 29, 2024 ⏰

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