0041 > Bienvenido a Colombia

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Juan se quedó en un lugar apartado de la sociedad, apoyando su frente contra el volante del coche.

— . . . ¿A donde iremos ahora? — murmuró Spreen, mirando por la ventana del coche.

— ¿Preguntas eso en estás ocasiones? — frunció las cejas, levantando de nuevo su mirada hasta chocar con un pensamiento suyo.

— Supongo que es lo más obvio. No tenemos comida, estamos acá varados en un parque abandonado y aun sigo escuchando las sirenas de los policías. — miro al castaño con una sonrisa enojada. — y todo esto es por tu culpa.

El miope salió del coche, dejando la puerta abierta para que entre un poco de aire fresco, estirándose después de sentirse como si hubiera corrido un maratón, los frenos de su coche seguramente estarían desgastados después de esto.

— Vamos a Colombia. Estaremos más seguros ahí después de que hayan dicho que desaparecí del país abandonando mi trabajo. — el pelinegro salió del coche también, cerrando la puerta con brusquedad apoyándose contra el Camaro sacando un paquete de cigarros de su bolsillo.

Ahora que todo había acabado para ellos dos, si querían ser felices durante este tiempo, debían de colaborar en su “amistad”. Pelearse solo llevaría a más cosas malas e incluso una separación de bienes y recursos. Porque si iban a comprar comida debían de turnarse para decidir quien iría a comprarlas, si Juan, o Spreen. Después de que Carreraaa haya expuesto el trabajo de ambos narcos era momento de usar la tecnica de ocultarse y camuflarse entre las personas comunes.

— Dame uno. — se acercó a él, Spreen lo miro enojado, ignorando su petición. Juan no estaba de humor para las peleas de berrinches de Spreen, le quitó de las manos el paquete de cigarros, llevándose uno a la boca para encenderlo.

(N/T; Spreen tenía un encendedor por si de repente Juan decía que no, incendiarlo!)

Spreen desvió su mirada, dándole una calada a su cigarrillo antes de expulsar el humo por la cara de Juan, sonriendo con burla. Solo recibió una cachetada por parte del castaño, haciendo que ambos empiecen a pelear.

— ¡Solo eres un idiota que sabe hablar mierda! ¡Aprende a respetar mi espacio, cabron! — le gritó.

— Vos no me digas que hacer, boludo enano pelotudo. — frunció las cejas, rodando los ojos.

Juan se cruzó de brazos, alejándose de él. El antiguo Spreen no lo habría tratado así, se hubiera arrepentido de haberle hablado de esa manera y le diría lo mucho que lo ama y que desea que se quede a su lado para siempre. El pelinegro miro de reojo al miope yéndose del otro lado del coche para fumar, sintiendo una extraña punzada en su corazón al escuchar las palabras de Juan anteriormente. “aprende a respetar”, ¿Respetar que? ¿Que podría respetar? ¿Que debería respetar de Juan? Ambos sin igual de monstruos, ambos construyeron un mundo lleno de desgracia y devastación, con sus propias manos se habían destruído.

¿Y después dice que lo respete?

Entonces Juan también debería de hacerlo.

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El castaño estaba dentro de su coche, revisando su celular para ver unas cuantas llamadas perdidas de Barca y el resto del equipo. Preguntando dónde se había ido, dónde se había quedado el castaño para que ninguno de los mensajes le lleguen. Como si se hubiera perdido desde el punto de vista de todos. . .

La verdad es que no. Más bien, Juan estaba junto a Spreen pasando la peor etapa de su vida, compartiendo el mismo sentimiento de temor y rabia junto a su, ahora, enemigo–esposo.

- ˗ˋ୨LA OFICINA୧ˊ˗ -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora