0025 > Adiós

226 9 5
                                    

Mientras comía melón, se le vino a la mente. . . ¿Que pasaba con Spreen? Con el no había solución, Navidad estaba por llegar, no sabía que tanto se desesperaba el pelinegro por verlo nuevamente.
Mientras esos pensamientos recorrían su mente, la puerta de su casa se escuchó en el exterior de la cocina, no estaba esperando a nadie por lo que le era raro que alguien viniera.
Se levantó de su silla y camino hasta la puerta, rodeo la fría manija con su mano y abrió la puerta visualizando a. . . ¿Roberto?

- ¡Hola Roberto! - recibió a su amigo con los brazos abiertos para un abrazo, este lo conformó el abrazo con felicidad. - ¿Cómo estás?

- Excelentemente mal. - sonrió.

Juan rodó los ojos y dejo pasar a su amigo mientras cerraba la puerta principal de su "humilde hogar".
Roberto, con extrema confianza, se sentó en el sillón de la sala, Juan lo imitó.

- ¿Que te trae por aquí? -

- Mira pinche despreocupado. Tu hija está a punto de morir por tu culpa y tú aquí disfrutando de masturbarte con chavos de cuarenta. Mejor ni digas nada. -

- Está bien está bien, ¡Claro que me preocupa Elisa! Ella es todo para mí, no podría vivir sin ella. . . Pero, todo fue culpa de ella, ella arruinó la vida de mi hija y la vida de mi esposa, todo cayó encima mío cuando ella vino. No puedo dejar que algo le suceda a Elisa, podría salir mal herida del corazón y, una falta de respeto no estar ahí para que pueda recibir atención médica. - el castaño bajo la mirada.

Cein no tenía intenciones de herir a la familia de Juan, al contrario, quería que la esposa de este mismo se encuentre viva este dónde esté.
Fue amigo de Juan desde pequeños, sabia lo mucho que Juan adoraba a su familia, hasta el momento, eso era lo que sabía.

- Apenas pasaron dos años de lo sucedido, aún hay oportunidad de encontrarla, Juan. - coloco su tibia mano en el hombro del contrario, en forma de consolarlo. - Rubí podría ser una persona bastante hermosa, bella, inteligente, pero. . . Ella es la prueba de que fue la que le disparó a-

Juan interrumpió a Cein.

- ¡¡No!! ¡¡Esa perra traicionera fue la que le disparó a mi bella Rubí!! ¡Ella! - jadeo cansado de gritar tan fuerte, se levantó del sillón de la sala y tiró un par de almohadas al suelo en forma de demostrar la rabia que tenía, la injusticia.

Injusticia. Explica que las cosas que deberían de ser así, son de una manera totalmente errónea cosa que la mayoría de personas sufren por causa de la política.
Juan, fue a la comisaría el día que dispararon a su esposa, pero nadie hizo nada para resolver el caso.

- Juan. . . ¿Que crees que podría hacer ella contra la policía? - Juan lo miro. - Todo, es capaz de hacer cualquier cosa por tenerte nuevamente a su lado.

☆--------------☆

Spreen se sentó en una banca con un ramo de rosas en sus manos.
Pensaba. . . En Juan, ¿En quien más podía pensar si no era en su lindo castaño?
El pelinegro pensaba en declararse de manera decente a Juan, pues nunca pudo expresarle lo que de verdad sentía por Juan cuando estaba a su lado o le hablaba con su voz chillona, su risa de "delfín" y su sonrisa de soles era algo que Spreen podía admirar del castaño. Sus ojos miel, sus mejillas rosadas, su personalidad tan terca y caprichosa lo hacía ver tierno, cuando se cruzaba de brazos frente a el cuando hacía algo malo o cuando no quería comprarle lo que el quería.
Su narcisismo. Su amor hacia las nutrias y los conejos. Su ropa holgada y ajustada que siempre usaba para tentar al menor. Sus abrazos cálidos. Sus besos de ternura. La bella magia que hacía cuando lo veía, magia, hacia magia para poder enamorarlo.
Spreen sonrió al recordar a Juan en su cabeza, mientras gritaba cada palabra cuando el le había dicho que hacer eso estaba mal.

- ˗ˋ୨LA OFICINA୧ˊ˗ -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora