- ˗ˋ୨LA OFICINA୧ˊ˗ -

0010 > Una Fiesta

Sus besos bajaron hasta el cuello del más bajo, su problema ahora era como iba mirarlo a la cara, sabiendo que iban a volver a hacerlo. . . Al menos no fue así está vez.

— Tuviste suerte, por ahora nomás. — dijo Spreen en tono pícaro.

El menor tenía una excelente audición, nadie sabía porque, pero no preguntaban.
Escucho pasos dirigirse a su oficina, así que decidió parar.
Seguirían en la casa, no se quedarían con las ganas después de que hayan esperado tanto este momento para estar juntos.
Tenían dos opciones:
Hacerlo en casa a la noche o seguir haciéndolo en la oficina con la puerta cerrada.

Se sentía feliz al pensar que por fin pudo olvidar a Reborn, se sentía mal por el, pero ahora disfruta estar con otra persona
Sus ojos se encontraron con los de Spreen, su desesperación por empezar a arrebatarle la ropa era algo que necesitaba, no podía hacerlo ahora, pero lo haría si el quería, sin importar que le impida hacerlo, porque ahora lo único que queria era un poco de atención en su bonito culo

—¿En que pensas tanto? —

— Nada que te importe,. . . — rió Juan entre dientes. — aún así, seguiré teniendo mi actitud amargada y terca.

— No lo había notado. — dijo con obviedad el más alto. — Quackity me había contado que te gustan las cosas. . .especiales.

— ¿Y ese chico como sabe? ¿Me espía? —

— No tanto así que digamos, al menos no el. — Spreen sonrió lujurioso, acaricio las mejillas de Juan, estaban calientes y de un tono carmín por el momento que estaba pasando. — ¿Por qué debería especificar?

— Las personas hacen eso cuando deben, por lo menos tu debes especificarme quien supo eso de mi. — enarco una ceja sonriendo.

— Un pajarito. —

Juan empezó a reírse a carcajadas, Spreen no se reía, era alguien muy serio
El castaño se sintió incómodo, pero no se quedó atrás
Sostuvo las mejillas de Spreen y empezó un tierno beso que coordinaba tan bien que nunca queria parar de hacerlo.

Esos pasos que se habían escuchado antes, ahora se detuvieron, para que la persona que esté ahí empieze a tocar la puerta
Cómo nadie la atendió la abrió sin temor a lo que le pueda suceder

¡Carreraaa!

— ¡Jef- oh. . . — rió entre dientes el ojiverde. — ¡Juan puerco! ¡Se están cogiendo al jefe! ¡Evacuen todos!

Juan se separó rápidamente de Spreen, girando se a ver a Carrera tan pronto como el grito
Sonrió nervioso.

— Le estaba buscando el tornillo que se le perdió. —

— Vaya, ¿El del medio o el de la boca? — bromeo el más pequeño de estatura.

— Cerra la boca enano de mierda, ¿Que querés? — se acercó a Carre a pasos pesados y puso su mano en la puerta, mirándolo con rabia por haber interrumpido su momento especial.