0026 > Moshi

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Afuera llovía bastante fuerte, Juan miraba la ventana de su departamento viendo las gotas que caían bruscamente por las hojas de los árboles. Miraba la ventana con los brazos cruzados y una mueca de aburrimiento, bufando molesto.

— ¿Que pasa, gafotas? — pregunto Spreen acercándose a su amante, colocando sus manos en las cinturas de el castaño, acercando su nariz a su cuello enterrando la misma, observiendo el olor a melocotón de el miope. — Hueles bien.

— Lo sé. — sonrió con las mejillas de color carmín.

Juan sostuvo las manos de Spreen y las acaricio con su pulgar, sonriendo con lujuria. Hace mucho tiempo no probaba el sabor de el pelinegro, no tocaba esa enorme polla venuda llena de venas. Quería volver a sentir como su erección crecía por su culpa, quería sentirse excitado y undir su alma en placer y llenar su boca de lenguajes vulgares acompañado de gemidos. Pero. . .

¿Por qué no probar algo nuevo?

Mientras Roier estaba disfrutando con su amante, Juan podía disfrutar con el suyo.

— Spreen. . . Te extrañé mucho, ¿Sabes? — se da la vuelta para ver a el menor con una sonrisa inocente, engañando lo que era su finalidad. — ¿Te acuerdas que me dijiste que querías que viéramos anime juntos?

El más alto asintió con un destello de emoción en sus ojos. Sin mostrar expresiones.

— Vamos a ver un anime, juntos. Ahora que tú estúpido esposo no está. . . — sostuvo a el menor de las dos manos, sintiendo las frías, la sangre no llegaba a ellas.

Quería sentir esos dedos dentro suyo, fríos y húmedos como si de la nevera hubieran salido.
Grueso y largo, la polla de Spreen podía ser una de las mejores cosas que tenía el pelinegro en su cuerpo, sus testículos le daban nalgadas todo el tiempo durante el sexo, su boca se hacía agua apenas pensarlo, se sentía nervioso y con varios pensamientos impuros sobre su amante. Se acercaron a la cama, Juan sentó a Spreen en la orilla de la cama, en cambio, Juan lo hizo en el regazo de el pelinegro, poniendo sus piernas a los lados y colocando sus manos en los hombros del empresario.

— ¿Un anime? — dijo Spreen, sonó como pregunta, pero era más bien un sonido de placer naciendo en su interior.

— No, idiota. — el pelinegro lo miro desconcertado. — Un “hentaii”.

Apenas terminó de decir eso, unió sus labios con los de Spreen, el contrario sostuvo a el castaño de las cinturas, dejo que Juan caiga encima de su entrepierna despierta, no sabía cómo había caído en tal trampa tan descarada del contrario, pero, aquella trampa fue perfecta para deshacerse de el sufrimiento que tenía ahí abajo. Hentai. . . Que terminó tan grotesco para alguien tan inocente.
Era como cometer el peor crimen de tu vida.
Violar las reglas de un espacio.
Buscar Hentai podía volverte un completo viciado a ese terminó tan vulgar y sexual.
Sin embargo. . . Juan no lo veía, el lo experimenta.
Comenzó un vaivén con sus caderas, dando saltitos encima de Spreen, sacando gemidos leves junto a jadeos. El pelinegro apretó más sus dedos contra la cintura marcada de el castaño, Juan se separó de los labios de el contrario, sintiéndose ofendido por tal acto de el pelinegro.

Tampoco exageres cabron. . . — Spreen ríe.

— ¿Por que no? Desde un principio dejaste que yo tuviera todo el permiso de tratar a tu cuerpo como se me plazca. — enarcó una ceja.

— Si no fuera porque estaba borracho. — rodó los ojos, acaricio las mejillas de el contrario con la yema de sus dedos, sintiendo el calor de estás mismas.

- ˗ˋ୨LA OFICINA୧ˊ˗ -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora