Juan dejo el cuerpo de Roier tirado en un basurero. Spreen lo siguió con la mirada y sonrió burlón.
— Mi bebé hermoso. . . No debes hacer eso, podemos dejarlo ahí, después yo me encargaré de el cuerpo. . . — sonrió, ladeó la cabeza mientras sus ojos color noche miraban con detalle aquellas hermosas curvas y caderas moverse de un lado a otro con cautela. — Vení. . .
Juan rodó los ojos, limpiándose las manos con el agua que caía directamente a ellas, cerró la canilla del lavamanos de la cocina y miro una vez más aquel cuerpo lleno de sangre salpicada y gotas de sangre cayendo al blanco piso. La daba asco. Y no porque este muerto.
— ¿Por qué miras tanto a Roier? — Juan bufó.
— Cállate de una vez ¿Quieres? —
Spreen soltó una risa ronca, palmeando su regazo para que Juan venga a sentarse encima de el.
— No lo haré. — dijo el castaño de lentes redondos, mirando a Spreen con desinterés y un pequeño y ligero sonrojo de color rosa pastel teñido en sus mejillas abultadas y suaves. — Créeme que solo pasaron días desde aquella ronda.
— Bonito. . . — dijo entre una voz algo triste y con atrevimiento. — Quiero volver a sentir esos sabores dulces en mis paladares. . . Quiero saber cómo a crecido esa curiosidad que antes rogabas para que no la busque. . .
El castaño sacudió sus manos levemente sacando algunas gotas de agua de ellas mismas. Miro una vez el cuerpo sin vida de Roier y la devolvió a su amado, caminando hacía el con una sonrisa burlona y lujuriosa a la vez. Spreen sabía ponerlo de las peores maneras. Pero también, sabía cómo posicionar lo en la cama, agradecía por tener a un hombre tan bello y espectacular como este pelinegro de ojos color noche.
— Mi pequeño bebé hermoso. . . —
— Deja de llamarme de esa manera. — el regazo de Spreen y su redondo y gran culo estaba a centímetros de tocarse, Juan parado frente a el con una vestimenta de una mujer elegante, de zapatos anaranjados que combinan con su vestido de color naranja y pequeñas lentejuelas de aquel color que se volvía a repetir. — Pareces imbécil diciendo lo.
— Prefiero parecerlo. —
Spreen notaba que Juan no iba hacer lo que él le había ordenado, era mejor, mucho mejor, atraerlo a aquel pecado que tanto amaba. El sexo con el mayor era mejor que cualquier cosa en este mundo, deseaba tenerlo cada momento de su vida como si de su comida rápida favorita se tratase.
Su bello castaño seguía parado frente a el, sonriendo con lujuria mientras sacudía y removía su pelo, tratando de acomodarlo como anteriormente estaba.
El pelinegro se levantó del sillón, colocando sus manos en los bolsillos de su pantalón viendo con una sonrisa coqueta a Juan.— ¿Vas a ser desobediente, conejito? — preguntó, llevando una de sus manos a la barbilla de Juan alzando la un poco, viendo una mordida junto a chupetones, orgulloso de su trabajo, sonrió. — Mhjm. . .
— Gracias por eso Spreen, no notas lo feliz que estoy de que todos me miren como un bicho raro. — en el tono que utilizaba al hablarle a Spreen se notaba que estaba enojado con aquellas marcas de ‘amor’ que el pelinegro dejo en su cuello.
Spreen acercó sus rojizos labios al rostro de Juan, sus labios se dirigieron a la punta de su nariz, dejándole un beso seguido de muchos más por sus mejillas y por las comisuras de sus pomposos labios.
El de bandana roja fue agarrándole el ritmo a los coqueteos de Spreen, para ser exactos, hace mucho se dió cuenta de las cosas que Spreen hacía para llevarlo a hacer aquel pecado, y, digamos que estaba orgulloso de haber sido difícil en un principio, valió completamente la pena.
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- ˗ˋ୨LA OFICINA୧ˊ˗ -
Hayran Kurgu" Ain't lookin for my true love " _______________________________________________________ • Sexo, masoquismo, no apto para menores, temas sensibles tocados. • No ambientado en Tortillaland, híbridos, hechiceros. • Contenido gay • Actualizaciones le...