0045 > El vestido rojo

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💋 - violencia.

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¿Que piensas si salimos a descansar un rato? Aún nos quedan cuatro botellas llenas de gasolina, no necesitas gastarlas todas de una vez. — rodó los ojos, acariciando el antebrazo de Juan.

No me gusta quedarme en el camino, me trae malos recuerdos. — suspiro profundamente, mirándolo con las cejas fruncidas. — Pero si tú lo dices, puedo hacerlo.

El pelinegro más alto sonrió orgulloso, saliendo del coche para rodearlo, abriendo la puerta del copiloto.

Adelante, su majestad... — bromeó.

No me digas así, me molesta. — le dió un pequeño golpecito en la frente con su dedo. — Pendejo.

¿Por qué te molestaría un apodo tan bonito y delicado como vos? - se burlo, sosteniendo lo de la cintura, apoyando su barbilla contra el hombro de Juan. — De lo tierno que sos, podría comerte de un solo bocado.

Juan se apresuró a hablar, tantas cosas que estaba escuchando le hacía preguntarse; '¿Este tipo no sabe cuando parar?'

Cállate por una maldita vez, puta madre, Spreen... ¿Puedes dejar de hablar de esa manera? — gruñó, apartándose del agarre del más alto.

Spreen rió burlón.

¿Ahora vamos a jugar así? Bueno... — alargó la ‘o’ — entonces no me queda de otra más que hacerlo a mi gusto...

Lo sostuvo de la muñeca, apoyándolo contra la puerta del auto, quitándole la camisa, prácticamente desgarrando la con su mano. Spreen tenía bastante fuerza y, eso se notaba bastante, incluso Juan admitía lo increíblemente caliente que se ponía cuando el pelinegro hacia esta clase de cosas con el.
El más alto acercó su boca al cuello de Juan, oliendo lo un poco antes de comenzar a dejar besos húmedos por toda su suave piel fina, mordiendo la suavemente después de unos minutos besándolo para luego terminar en chupetones agresivos que con el pasar de los segundos se ponían rojizos o de un tono color uva.

¿Que pendejada acabas de hacer? — regañó el miope, empujándolo levemente, apartando a Spreen de su cuello.

El pelinegro tomo esto como una oportunidad para bajarle los pantalones sin dañarlos, al menos, no sus pantalones, sabía que Juan era un gruñón y se pondría más furioso al saber que le rompió su adorada ropa. Chupando su abdomen y repartiendo caricias por su espalda baja hasta sus redondos glúteos cubridos por la tela elástica de sus bóxer, quizás el castaño estaba siendo exagerado en la forma en la que veía a Spreen, no era del todo un mounstro, era...

Alguien bastante magnífico.

Aunque algunas veces tenía sus defectos como en lo manipulador y agresivo, abusivo y toxico que podía ser en ocasiones como meses pasados.

Pero eso nunca lo detuvo a... Seguir enamorado...

De Spreen.

- ˗ˋ୨LA OFICINA୧ˊ˗ -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora