4 de junio

1 1 0
                                    

Nacer para vivir muriendo.

Gritarle a sordos.

Hacer el amor con la guerra.

Todas, realidades tergiversas y paralelas de hechos irrefutables.

Y la más absurda.

La gran paradoja.

Besarme primero para olvidarme de último.

Es que el amor lucía más atractivo en comerciales.

Allí, encajado en los marcos de la tele.

El primero y el último: pocos llegan.

Y no fuimos el caso.

Pero te recuerdo y me recordarás.

¡Claro que sí! Sé que lo haces.

Tus malas elecciones se han encargado de que lo tengas presente.

Sin embargo, te libero.

Te prohíbo vivir recordando lo bonito que fue.

Queda vetado seguir viendo mariposas con mi nombre.

Solo quiero que seas feliz, al igual que yo lo soy ahora.

Y si me preguntaras por qué los primeros amores no se olvidan no sabría cómo.

No tengo aún la respuesta.

Pero sí sé por qué nos recordamos.

Y es que aprendimos que más allá de un beso existía algo más: cualquier cosa.

Por eso tú tienes miedo de olvidarme y que siga besándote en sueños.

Anatomía de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora