24 de abril

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Sé que estás en esos días.

Sé que tratas de acortar la noche para no pensar demasiado.

Y sé que el futuro es el martillo que golpea fuerte como si olvidásemos a cada rato que tenemos uno.

Sé que lloras bajo la mirada de Dios.

Que ser tú es lo más peligroso y frustrante.

Que le repites a la mente traicionera que estás solo y que tienes ambos pies atascados en un enorme charco de lodo que es el presente, mientras poco a poco te traga.

No quieres estar así, que ni de juego te imaginabas rozando la palabra depresión.

A ti: que tienes sueños medio hechos por delante.

Solo hace falta un cerebro y un estímulo para demostrar lo pequeños que somos y que sí, que nos ahogamos en los vasos de agua como si fueran huracanes.

Tienes miedo, y eso también lo sé.

Y sé que gritas donde nadie te oye.

Que llevas mucho tiempo siendo fuerte y hasta el monstruo que duerme debajo de tu cama ha salido a jugar.

Alma inocente, que muere con el ocaso y ríe a la luz del día.

Lo curioso es que mientras tú te deshaces en una crisálida alguien más termina el ciclo y le salen alas, esas que tendrás cuando el tiempo lo decida.

Hasta que vuelva a encerrarte.

Hasta que seas prisionero y llave a la vez.

Anatomía de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora