4 de julio

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Me piden que hable de la distancia.

¿Y qué digo?

Me piden que hable de la añoranza.

¿Y qué hago?

Me piden que sea consecuente y alabe a dos enamorados.

¿Qué harías tú?

Me piden que haga parecer todo más fácil, como si todos estuvieran dispuestos a pagar el sacrificio.

¿Cómo hago?

Me piden que explique lo bonito, omitiendo los vacíos, las despedidas, las dudas.

¿Cómo te consuelo?

¿Cómo pinto sobre un lienzo que no existe?

Me piden que diga que se puede, y sí, se puede, pero a alma llena.

Porque a la guerra no se va indefenso.

Me piden que dé un discurso cursi y no lo haré.

Crudo, jodido y despiadadamente desgarrador es el número que separa los cuerpos.

Y los discursos cursi no te dicen eso.

Porque hay que tener valor para enamorarse de los kilómetros, de la mente que te sostiene el pensamiento, del corazón que tiene los pantalones bien puestos y va y ama.

Ama tanto que no le importan los letreros, ni las preguntas rompe sueños.

¿Cómo hago?

Quiero saber, porque también tengo un par de ojos que necesitan los míos, un par de manos que quiero sostener.

¿Qué puedo decir?

Si yo también le temo a la distancia.

Anatomía de un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora